Hoy te voy a hablar del que quizá sea uno de los mayores problemas que la gente tiene, ya sea tanto para afrontar un nuevo proyecto online o para conseguir cumplir con cualquier otro objetivo que tenga en mente.
Y es que crear fantasías sobre lo que pretendemos hacer es fácil, demasiado fácil.
—Voy a escribir un libro, montar un negocio, aprender alemán y espérate a ver qué más se me ocurre.
Esta frase podría ser la de cualquier flipado el día 1 de Enero de cualquier año, o mismamente mía. O tuya.
Y es que quién no ha pasado por esto de plantearse metas muy altas como si las regalasen. Aquí tengo que reconocer que es uno de mis grandes problemas, y por eso precisamente quiero compartir contigo todo lo que vaya aprendiendo para que si también eres uno de estos soñadores “a lo grande” puedas bajar a la tierra y crear sistemas que se puedan cumplir.
Porque ahí está el problema. El hecho de plantear metas muy grandes normalmente llevará consigo una gran asignación de recursos que más pronto que tarde acabará con tus ganas de hacer nada.
A grandes metas, pequeños remedios
Supongamos que te ha dado por escribir un libro. Evidentemente, es un proyecto bastante grande que va a implicar mucho tiempo y una gran disciplina.
Como eres un poco impaciente es probable que te agobies desde el minuto cero. Cuando te lo planteaste en tu cabeza todo parecía más sencillo, y es que ya sabes lo que dice una de mis frases favoritas: Infravaloramos lo que podemos hacer a largo plazo y sobrevaloramos lo que podemos hacer a corto plazo.
Y si, todo es fácil hasta que te toca bajar al barro y te encuentras cara a cara con la realidad.
Además, solemos pensar que las cosas son más fáciles de lo que parecen, cuando la realidad suele ser bastante diferente. Yo mismo hace tiempo me veía enfadado porque algún creador de contenido no sacaba más material: —Pero sí un vídeo de 10 minutos no le cuesta nada, hombre!— Solía pensar.
Después me puse a hacer podcast y se me quitó la tontería. Que el resultado de algo sean 10 minutos de contenido no significa, ni de lejos, que sea el tiempo que cueste realizar dicha tarea.
Con el caso del libro pasa lo mismo. Por mucho que te puedas “ventilar” un libro en 3 o 4 horas no significa que puedas escribirlo en dicha cantidad de tiempo (bueno, técnicamente sí podrías, otra cosa es lo que saliese de ahí).
Aquí hay un sesgo de conocimiento bastante grande y nada como ponerse manos a la obra para ver lo que cuestan hacer las cosas.
El caso es que así está el panorama. Nuestra idea del libro cada vez nos parece más complicada y la guardamos para el baúl de “algún día”. Y la cuestión es que este baúl cada vez lo llenamos de más y más proyectos, y no terminamos de arrancar nada porque es tan complicado…
¿Y si hubiera alguna fórmula para empezar con nuestros proyectos de una forma sencilla, sin tanto dolor ni desmotivación? Puede que la haya.
Objetivos según los periodos temporales
Para empezar a buscar soluciones a este problema, veamos algunas formas en las que podemos plantear nuestros proyectos según el tiempo que queramos establecer para su cumplimiento.
Metas a largo plazo: Aquí meteríamos metas que queremos alcanzar en plazos superiores a un año. Quiero aclararte que en todos los casos siempre te recomiendo que te pongas como objetivos cosas que estén dentro de tu área de control y que los acompañes de sistemas. Sobre estos temas ya te hablé en episodios pasados, así que no te dará más la turra con ellos.
Metas a medio plazo: Aquí englobaríamos hitos a alcanzar en periodos inferiores a un año pero superiores a un mes. Hay a quien le va mejor establecer metas mensuales aunque ahora hay una tendencia basada en fijar períodos cuatrimestrales. De hecho, tengo pendiente leer el libro “The 12 week year” que habla sobre este tema. Ahí te dejo la recomendación del día por si quieres investigar más por tu cuenta.
Metas a corto o muy plazo: En este tipo de metas está la chicha del episodio de hoy y las claves para sacar adelante tus proyectos sin frustrarse.
Para empezar, los plazos con los que trabajaríamos en este caso son tanto semanales como diarios, haciendo especial hincapié en estos últimos.
La estrategia de “divide y vencerás” funciona excelentemente para sacarnos del bloqueo ante los grandes retos. Que en un año te hayas propuesto terminar tu libro está muy bien, pero ahora ponte tú con ello, así, en crudo.
Volvamos a la frase de “infravaloramos lo que podemos hacer a largo plazo y sobrevaloramos lo que podemos hacer a corto plazo”. El poder de las pequeñas acciones en el corto plazo para ver los efectos en el largo es brutal. Si fuéramos conscientes del potencial real de esta técnica, seguramente estaríamos ahora mismo trabajando en muchos más proyectos o simplemente en metas que queramos alcanzar.
Volvamos al caso del libro. Si te planteas cada día escribir tan solo 500 palabras, puede que no parezca demasiado, pero te aseguro que la meta de escribir ese libro la vas a cumplir sobradamente y además, de una forma mucho más sencilla.
Y dentro de esta estrategia de minimetas he querido meter la franja semanal para solucionar dos posibles problemas.
El primero es el de la planificación. No hay nada peor que ponerse a hacer una cosa y no saber ni por dónde empezar. Si semanalmente eres capaz de distribuir la carga de trabajo de cada día así como exactamente las acciones que vas a llevar a cabo, todo será mucho más fácil. La cosa es ponérselo fácil a nuestro cerebro para que no oponga demasiada resistencia.
El segundo problema que soluciona las revisiones semanales es precisamente la facilidad que nos van a dar para ajustar la maquinaria. Porque efectivamente, las cosas no van a salir siempre a la primera y nuestro sistema fallará por muchos sitios. La cosa es poder solucionarlo rápido y viendo como transcurre nuestro proyecto día a día será mucho más fácil de detectar y solucionar.
Y esto aplica a cualquier proyecto que tengas en mente. ¿Quieres lanzar un podcast? ¿Una web de afiliados? ¿Un ecommerce? Esta estrategia te va a venir de perlas.
Problemas
No todo iba a ser un camino de rosas y es que ponerse en marcha, por muy bonito que te lo haya pintado, tiene sus dificultades. Veamos algunos de los mayores problemas a los que te vas a enfrentar:
- Demasiados proyectos y falta de foco: Aquí conviene no venirse arriba y creerse el Dios del multitasking. Al final hay que ser conscientes que tampoco nos conviene tener el foco demasiado distribuido, así quizá, sobre todo si estás empezando, los proyectos de uno en uno y con calma.
- Dar el primer paso: ¡Cómo cuesta empezar las cosas! Si consigues romper esta barrera, tendrás mucho ganado en tu proyecto. ¿Ideas? Busca un mastermind, paga a un profesional para que te ayude, comprométete a hacer algo que no te guste si no cumples con tu palabra… aquí te tocará ser ingenioso y hacer lo que sea con tal de dar ese primer paso. ¡Es vital!
- Convertir el proceso en hábito: Una vez hayas arrancado, si no conviertes el proceso en un hábito corres el riesgo de quedarte por el camino. Asegúrate de ponerte un horario fijo y de facilitarte al máximo posible el trabajo. Por ejemplo, volviendo al tema del libro, quizá una buena idea sería escribir siempre todas las mañanas (a modo de primera tarea) y hacerlo con una aplicación específica para evitar distracciones.