Seguramente hayas visto alguna vez en televisión algún reportaje en el que tratan el famoso Síndrome de Diógenes.
Vemos como el reportero se cuela en una casa donde policías, bomberos o algún tipo de organización intentan entrar en habitaciones atestadas con montañas de basura y todo tipo de trastos de dudosa utilidad.
Desde fuera parece evidente que esa acumulación carece de sentido y que la persona que allí vive tiene un serio problema mental que le hace hacer lo que hace, pero también es posible que tú mismo padezca una variante de este trastorno dentro del mundo digital, donde todo es más opaco y la basura no huele, puesto que se acumula en nuestros discos duros, o incluso en nuestras cabezas.
Antes de meterme de lleno con el tema quiero romper una lanza en favor de Diógenes, un filósofo que era todo un personaje cuya figura no tiene nada que ver con las consecuencias de este síndrome. De hecho, Diógenes vivía en una tinaja de vino y no tenía absolutamente nada.
Si queréis reíros un rato, os aconsejo que leáis sobre la vida de este filósofo.
Pero volvamos a la actualidad y al asunto que ha hecho que tire de este hilo.
El otro día leía a Jack Butcher, un creador online al que conviene que sigas, y cómo comentaba que se estaba gastando alrededor de 500 dólares al año solo en renovar nombres de dominio que no estaba utilizando, pero los guardaba en el cajón de los “por si acaso”.
Y este es solo uno de los muchos ejemplos en los que emprendedores de todo tipo, incluso con mucha experiencia, caen en la trampa de acumular todo tipo de cosas a las que no van a dar uso y que solo servirán para minar su energía.
Y con cosas no me refiero especialmente en elementos materiales. La acumulación de intangibles hace más daño del que pudiera parecer a primera vista.
Jack recomendaba en el hilo de Twitter no seguir su ejemplo y dejar el tema del nombre para otro momento, lo que me llevó a un hilo de Sam Parr, otro emprendedor online, en el que decía que el nombre del proyecto no debe ser el primer paso del mismo, sino conseguir el primer cliente de pago.
De hecho, como ejemplo, pone sus propios casos de éxito utilizando subdominios gratuitos de WordPress.
Acumular cosas, y más si son digitales, es algo demasiado sencillo y seguimos cayendo en la trampa una y otra vez, yo por lo menos.
Confieso que también soy de los que tiene algunos dominios “chulos” que sigo pagando religiosamente, a sabiendas de que probablemente no terminen de ver la luz nunca.
Detrás de cada uno hay un proyecto online que en su día me sedujo. Y es que el mundo de las ideas de negocio es otro tema que podríamos meter en el saco del Diógenes digital.
Si eres un friki de las ideas de negocio es posible que tengas algún lugar, físico o virtual, donde vayas apuntando todo lo que se te ocurre.
Es un ejercicio interesante y nunca se sabe, pero debemos saber que tocará lidiar con dicha acumulación y sus consecuencias.
Y sí, yo también sufro de este Síndrome de Diógenes relacionándolo con el mundo de las ideas de negocio o proyectos.
Si te enseñase todos los proyectos que tengo apuntados en Notion te desmallarías, y efectivamente, estas listas tienen un desgaste mental.
Aquí no hay olor a basura ni a arena de gatos, pero igualmente, la acumulación está ahí, y la sientes en la mente, como un dolor silencioso.
Pero pasemos al mundo digital, otro lugar donde acumular de forma silenciosa.
Y como emprendedores online, si algo acumulamos es precisamente información para mejorar nuestros proyectos, ya sea en forma de cursos online, ebooks, suscripciones a todo tipo de plataformas y a saber que más.
El problema de acumular esta información es que cuanta más acumulamos, menos probable es que la consumamos.
La bola solo hace que crecer y nos vemos sobrepasados ante tal cantidad de datos. Al final acabamos con más información de la que podremos consumir en tres vidas, con la paradoja de que, además, una gran parte de ella tiene una fecha de caducidad muy temprana y es posible que dentro de un par de años o incluso solo unos meses ya no sirva.
Y lo mismo te diría del software. Cada día miles de programas salen a la luz en páginas tipo Appsumo y pocos se resisten a la tentación.
¿La solución a todos estos problemas? No lo sé, quizá la clave sea replanteándonos como afrontamos nuestro aprendizaje y nuestros proyectos e ir respondiendo a las necesidades que vayan surgiendo en el momento en el que surgen y no antes.
Muchos, cuando queremos aprender algo nuevo, empezamos con el mal pie de no encontrarle un porqué. Quizá nos haya llamado la atención la temático o vete tú a saber, pero lo ideal es intentar buscar una aplicación práctica sobre aquello que queremos aprender.
Además, cuando se nos mete algo entre ceja y ceja, nos sale la vena acumulativa. ¿Queremos empezar un podcast? Nos compramos todo tipo de equipos y aparatos, a poder ser muy caros, nos compramos de paso 20 cursos sobre podcasting, sobre edición de audio y sobre cualquier cosa que se nos ocurra.
Queremos ser unos podcaster “pro” antes de haber siquiera grabado un mísero audio. Queremos estar armados para la guerra sin saber contra quien vamos a luchar, cuando ocurrirá o donde se desarrollará.
Acumular es la parte sencilla, pasar a la acción es lo que cuesta.
Como te digo, no tengo la respuesta final sobre este asunto. Quizá, a modo de consejo, simplemente la próxima vez que quieras desarrollar un proyecto que implique ciertos aprendizajes o recursos, simplemente empieza con lo que tienes y ve resolviendo y adquiriendo lo que necesites a medida que así lo necesites.