Hoy toca reflexionar sobre el asunto del síndrome del impostor, un tema del que seguro que ya has oído hablar mucho y puede que incluso estés un poco saturado de él.
Pero tranquilo, que no te voy a machacar demasiado con terminologías que no te aportarían nada y me centraré en algunos consejos para que lo intentes superar.
Por si has vivido en una cueva durante los últimos 20 años te resumo rápidamente en que consiste este síndrome.
Si eres alguien que atribuye sus logros a la suerte, sientes que no mereces estar donde estás, eres alguien que evitar empezar nuevos proyectos por miedo a no estar a la altura, te sientes incomodo ante los cumplidos por tu trabajo… puede que sufras este síndrome.
Vamos, al final estás en una situación de duda eterna sobre ti mismo y tus habilidades, sintiéndote que no eres lo suficientemente bueno y que nunca vas a serlo.
Aquí tengo que decir que una pizca del síndrome del impostor no viene mal si eso nos hace estar alerta y nos pone a afilar nuestros cuchillos de forma constante. Pero vamos, solo una pizquita, porque este estado mental no es demasiado saludable que digamos.
Pero sería sufrir el efecto contrario, el conocido como Efecto Dunning-Kruger, un caso que se da en personas que, sin tener competencia, se valoran a sí mismas como altamente competentes.
Y una vez explicado en que consiste esto del Síndrome del Impostor vamos a tratar de solucionarlo, ya que seguramente alguna vez te hayas sentido así o puede que te ocurra en el futuro.
Las 3 claves que voy a compartir contigo no son mías, sino que las escuché de boca de Ali Abdaal, un youtuber del que ya te he hablado en otras ocasiones.
En su caso, uno de los momentos en los que experimentó el Síndrome del Impostor fue cuando creó un curso para desarrollar estrategias a la hora de empezar en YouTube.
Era un curso con un coste bastante alto, y él mismo dice que no tenía demasiadas expectativas acerca de que se apuntase mucha gente. Pero ocurrió justo lo contrario y fueron cientos las personas que pagaron bastante dinero por recibir sus enseñanzas.
Ahí fue cuando le entró el miedo y empezó a dudar de sí mismo. ¿Quién era él para dar ese curso? Había personas más capacitadas.
Además, el no había reinventado la rueda con la información del curso. Al final, todo se basaba en información que había ido recopilando en otros canales y con el tiempo la iba poniendo en práctica.
Y aquí está una de las claves por las que muchas veces nos saboteamos. Creemos que nuestras ideas, por el hecho de ser nuestras, no aportan nada nuevo y no son para nada valorables. Y esto es algo que le pasa a muchísima gente, a mí el primero. Simplemente porque sepamos algo nos creemos que es evidente para todo el mundo y que no va a aportar nada a nadie.
Sobre esta teoría ya habló Derek Sivers y la tituló “Obvious to you, amazing to others.
Y es que por muy evidente que creas que es lo que estás diciendo, para la mayoría de la gente será algo totalmente nuevo y que probablemente les aporte mucho valor. Así que hora de quitarse el miedo y a empezar a valorar más aquello que sabes y que decides compartir.
El siguiente truco que nos da Ali tiene que ver con el efecto foco, algo de lo que te hablé no hace demasiado tiempo.
La cuestión es que a Ali le ofrecieron un puesto de director adjunto en unas clases de teatro en las que participaba. La cuestión es que él no tenía ninguna experiencia como director, pero igualmente aceptó el puesto.
Ahí fue cuando empezó a comerse demasiado la cabeza, ya que lo primero que hizo fue comenzar a compararse con el otro director, ya que era alguien con muchos años de experiencia a sus espaldas.
La prueba de fuego para Ali fue cuando tuvo que coger la batuta y empezar a dirigir. En el mundo del teatro hay por lo visto una fase en la que los actores tienen que hacer ciertas “tonterías” para calentar y empezar a soltarse. Ali tenía que ser el primero y dirigir la sesión, pero estaba aterrado ya que temía que nadie le siguiese y se quedase él solo haciendo muecas extrañas.
Pero no fue así. Todo el mundo le siguió y nadie se preocupaba nada más que de seguir las indicaciones. Nada de juicios ni cosas raras.
Y aquí es donde entra en juego el efecto foco, que vendría a ser la falsa creencia de que todo el mundo está pendiente de nosotros y nos miran con lupa a la espera de juzgarnos. La realidad es que cada uno al final solo estamos pendientes de nosotros mismos. Las personas ya tienen bastante con ocuparse de sus asuntos como para estar fijándose en si hacemos esto o aquello.
A mí también me ha pasado mismamente con este podcast. A veces me creía que lo que decía por aquí era demasiado trascendental y que todo el mundo iba a estar juzgándome. Pero, ¿a que no es así? Escucharás este episodio y pasarás a otra cosa.
Además, hay que tener en cuenta de que en el caso de que juzguemos a alguien con demasiado foco normalmente tiene más que ver con algo que nos molesta de nosotros mismos que de la persona implicada, ya que nos sentiremos reflejados de alguna manera en ella. Así que, resumiendo, no te creas que eres el centro del universo y sigue adelante con lo que tengas que hacer. Seas juzgado o no, no importará. En cualquier caso, es algo que se escapa de tu control.
Vamos ya con el tercer consejo de Ali para superar el Síndrome del Impostor que viene a diferenciar entre las figuras de gurú y guía.
Mucha gente tiene miedo a lanzar cualquier tipo de proyecto, ya sea un negocio online, un blog, un podcast o un canal de YouTube precisamente por no considerarse expertos en aquello que quieren contar.
¡No hay ningún problema en no ser un experto! Simplemente puedes ser un guía en el proceso, alguien que sabe algo sobre un tema, le interesa, sigue aprendiendo y va compartiendo sus aprendizajes por el camino.
De hecho, muchos proyectos sirven más al propio creador que a la gente que los consume, ya que enseñar es la mejor forma de aprender.
La cuestión es de no ir de gurú por la vida, que yo creo que de estos no habrá muchos, al menos que lo sean de verdad.
Las palabras “experto” o “gurú” tienen mucho peso y yo intento alejarme lo máximo posible de ellas.
Así que aquí la recomendación sería que no te pongas un peso que ni tienes ni quieres sobre tus hombros y simplemente seas honesto con lo que dices y lo que haces, sin mayores pretensiones.