Especialízate en algo concreto, te dirán. Parece claro que este mensaje ha calado en la sociedad y ahora todo el mundo quiere ser cuanto más especialista, mejor. ¿Hasta qué punto es esto cierto? ¿Tiene algo de malo querer tocar muchos temas diferentes?
Sobre este asunto ya te hablé cuando comenté el tema de la multipotencialidad, pero ahora quiero llevarlo un paso más allá.
Y es que este fin de semana precisamente una newsletter que sigo, Suma Positiva (que te recomiendo que te suscribas ya mismo) tocaba este tema, y me apetecía comentar un poco y reflexionar sobre todo lo que se expuso en ella.
Para empezar, se nos vende que los genios lo han sido desde bien temprano y que han llegado a serlo, entre otras cosas, por focalizarse en un tema en concreto.
La típica imagen de niño prodigio que jugaba al ajedrez antes de saber andar o el niño que programaba mientras veía a los Teletubbies.
La realidad, según cuenta Samuel en la newsletter, suele ser bien diferente, y la gente que alcanza unas mayores cotas de excelencia en sus campos tiene normalmente unos inicios mucho más tardíos y, sobre todo, unos intereses mucho más amplios que van más allá de poner su foco en algo en concreto.
Los generalistas que han ido tocando muchos palos a lo largo de su carrera son los que más posibilidades tienen de prosperar en esta sociedad donde todo cambia cada vez más rápido.
Al final se trata de unir los puntos ante cualquier problema, y si eres alguien que ha tocado muchos temas a lo largo de su carrera, tendrás más posibilidades de resolverlo, aplicando algún tipo de solución más original e incluso más eficiente.
Ya te he hablado en otros episodios sobre la teoría de las 10.000 que deberíamos practicar para ser experto en aquello que deseemos, pero creo que esta teoría tiene muchos “dependes”.
Eso de que cuanto más tiempo le dediquemos a una actividad nos hará más buenos en ella dependerá en parte del tipo de actividad.
Sí, hay entornos de aprendizaje más amables, donde todo es más o menos constante y sus reglas son conocidas, en los que la experiencia será acumulativa y nos hará mejores a medida que practiquemos. Tocar un instrumento musical sería el ejemplo más visual, ya que es un entorno muy controlado y con unas reglas claras. Aquí la experiencia sí será vital.
En cambio, hay otros entornos, y cada vez son más, en los que todo cambia de forma constante y lo que valía hoy ya no vale mañana. Aquí la práctica será lo de menos.
En el mundo real nos encontraremos con una mezcla de entornos, y por eso debemos estar preparados para ambos.
Y para hacer frente a los entornos cambiantes la clave estará en potenciar nuestro razonamiento abstracto, es decir, crear un entorno en el que seamos capaces de poder representar nuestra realidad uniendo puntos, creando así nuevas soluciones ante problemas que, de otra forma, no podrían ser resueltos.
Vamos, el pensar fuera de la caja de toda la vida, que tan poco vende hoy en día. Y digo que vende tan poco porque al final, la mayoría de procesos están pensados para ser resueltos como deben ser resueltos. En los exámenes de la universidad más vale que no te salgas del patrón establecido o puede que suspendas. El mundo está lleno de cabezas cuadradas, pero como te decía, ante un entorno cada vez más cambiante, las cabezas cuadradas tenderán a extinguirse.
La cuestión ahora es cómo potenciar este pensamiento abstracto. Aquí Samuel hace una serie de reflexiones que me encantan y que comparto contigo de forma literal porque son oro puro:
Enfrentándonos con frecuencia a retos que nos obliguen a emplear las herramientas que tenemos y las que aún no tenemos.
Leyendo vorazmente, dentro y fuera de nuestro ámbito.
Probando diferentes cosas hasta que encontramos la nuestra, porque, por mucho que nos esforcemos, no podremos saber si algo es para nosotros hasta que no lo hayamos probado. La pasión se descubre, no se persigue, porque prácticamente nadie es capaz de adivinar qué es.
Siguiendo a nuestra curiosidad, no al dinero ni al prestigio. Es una señal mucho más fidedigna. Si el dinero y la fama han de llegar, es más probable que lo hagan como una consecuencia, no como un objetivo.
No rindiéndonos a la primera cuando probemos algo, pero teniendo el coraje—si las circunstancias lo permiten—de empezar de nuevo si nos damos cuenta de que no estamos en el sitio correcto.
Rodeándonos de gente con amplitud.
Intentando leer más allá de la experiencia pasada a la hora de contratar personas.
Cultivando nuestros hobbies, especialmente si son activos y creativos. ¿Sabías que existe un número desproporcionado de artistas aficionados entre los ganadores del Nobel?
Sacrificando la eficiencia en el corto plazo por el gran logro en el largo plazo.
¿Es una garantía llegar? Por supuesto que no. Nadie dijo que fuese fácil. Es probable que la familia, los amigos y la sociedad en general te empujen a lo contrario. A no cambiar de estudios, a no cambiar de profesión, a no cambiar de deporte o de instrumento. A terminar la carrera cuanto antes y a ganar mucha experiencia en lo tuyo. A no perder el tiempo leyendo novelas.
Como ves, un tema más que interesante en los tiempos que corren. Yo mismo en su día te comenté en este mismo podcast sobre el error en el que caen muchos emprendedores al ser hombres orquesta y tener que hacer todo tipo de cosas para sacarse las castañas del fuego.
La cuestión no es no especializase o no ser un hombre orquesta, sino saber cómo funcionan los instrumentos para poder tocar nuevas melodías cuando así se requiera.
Por eso te animo a que amplíes tus miras e indagues en todo tipo de temas. La suma de todos esos conocimientos te va a poner en una situación privilegiada, optes o no por especializarte en algo muy concreto. Así que aprende y diviértete aprendiendo, ya que sino nada de esto tendría sentido.
Ya te hablé en otro episodio del podcast sobre algunos tipos de conocimientos que serían especialmente útiles para cualquier emprendedor de hoy en día, pero ve incluso más allá, aprendiendo cualquier cosa con la que te topes o sobre la que tengas un mínimo interés. Nunca se sabe de dónde puede salir un nuevo punto para unir a la cadena.