La regla de los 10.000 experimentos

Aunque no soy muy “fan” de las fórmulas y reglas con nombres demasiado atrayentes (quizá porque pienso que me quieren vender algo, no sé…) igualmente atraen la atención, y hoy pretendo hablarte de la regla de los 10.000 experimentos.

Si sigues el podcast te habrás dado cuenta de que esta regla tiene un nombre sospechosamente parecido a otra muy famosa: La regla de las 10.000.

Pare refrescarte la memoria, la regla de las 10.000 horas, popularizada por Malcolm Gladwell, venía a decir, de forma muy resumida, que necesitabas 10.000 de práctica en la materia que escogieses para convertirte en un experto en ella.

Yo ya te dije en su día que no me acababa de convencer del todo. Puede que para ciertos ámbitos si tenga su sentido, pero en el mundo en el que hoy vivimos, donde todo cambia tan rápido, no lo acabo de ver claro.

El caso es que no sé a quién leí primero sobre la nueva regla de los 10.000 experimentos, es posible que ni tenga autor, pero me pareció lo suficientemente interesante como para investigar un poco y ver que se comenta en las redes sobre el asunto en cuestión.

Y cuando hablamos de experimentar como sinónimo de lograr resultados no estamos diciendo nada demasiado novedoso.

Seguramente, una de las personas que más ha practicado la experimentación sea Edison, que además de inventar la bombilla, cuenta con más de 1.000 inventos a sus espaldas.

Algunos de ellos fueron igualmente muy famosos, pero la mayoría pasaron con más pena que gloria. Pero ahí está la clave, y es que solo hay que dar a la diana una vez para alcanzar el objetivo, y para ello hay que lanzar flechas. Muchas flechas.

Evidentemente, esto de los 10.000 experimentos no hay que tomárselo al pie de la letra. La cuestión es dar un giro al planteamiento de los proyectos y comenzar a probar más cosas, en vez de refugiarse en el mundo de la teoría y el estudio.

Creo que estamos minusvalorando la importancia de ser prolífico, y puede que ahí esté la clave de muchas cosas, tanto en el mundo de los negocios como en cualquier ámbito.

El investigador Dean Keith realizó varias investigaciones sobre personas triunfadoras en sus campos para analizar sus casos y encontrar algún patrón que pudiera predecir la fórmula del éxito.

Lo que encontró en que, en cualquier campo, la mayoría de ideas más innovadoras son generadas por un número muy pequeño de creadores. Concretamente llegó a las cifras que hablaban de que un 10% de los creadores producen el 50% de los avances.

¿Acaso es que son más inteligentes o visionarios que el resto? Pues no. Lo que decía el estudio es que estos creadores de éxito tenían tantas malas ideas como el resto de creadores de la industria, pero al producir tantas ideas, las probabilidades jugaban a su favor.

Al final parece que todo se reduce a una cuestión matemática. Cuantos más experimentemos, más probabilidades tendremos de acertar, y así lo afirma Michael Simmons en un artículo en el que reflexiona sobre esta teoría.

Él mismo se pregunta una cuestión interesante: Si esto de experimentar es tan potente… ¿Por qué no lo hace más gente?

El primer problema sería la cultura de la productividad a la que casi todos prestamos demasiada atención. Ya sabes, hacer más en menos tiempo, crear automatizaciones y todo este tipo de cosas. Yo soy el primer defensor de la productividad, pero hay que reconocer que a veces es mejor ser un poco más flexibles. Hacer experimentos no garantiza el éxito y muchas veces el hecho de no ver resultados puede llevarnos por el camino de la amargura. Es por eso que debemos verlo desde un punto de vista matemático más que desde el ángulo de la productividad y los resultados.

Aquí Michael nos plantea sus razones para superar este obstáculo y comenzar a experimentar desde ya:

  • Si haces muchos experimentos, las posibilidades juegan a tu favor, sobre todo en el largo plazo: Esto es así porque con cada experimento vamos aprendiendo y podremos aplicar esos conocimientos en los siguientes. Al final la curva de posibilidades de éxito irá subiendo precisamente por esa fórmula. Si somos capaces de hacer muchos experimentos y cada vez contamos con mayores conocimientos, tarde o temprano daremos en la diana.
  • Un acierto que valga por todos los experimentos sin resultados: En el mundo de los negocios, y más ahora con la cantidad de proyectos online escalables que se pueden crear, acertar una única vez puede compensar cientos o miles de experimentos sin resultados. Y si, seguramente hayas oído las típicas cifras cuando se habla de emprender sobre que la gran mayoría de proyectos van a pique, pero, ¿y los que no? Si te dijeran que uno de cada cien proyectos triunfa, lo fácil sería verlo desde el punto negativo del dato y tirar la toalla antes de empezar. ¿Por qué no crear 100 proyectos?
  • Más fácil, rápido y barato que nunca: Ya sé que esto de montar 100 proyectos que te acabo de soltar puede parecer un poco locura, pero teniendo en cuenta en la época que vivimos, experimentar puede ser asequible para cualquier proyecto. Herramientas casi a coste cero, publicidad online que nos servirá para saber si hay público para nuestra oferta… ya no parece tan complicado esto de montar proyectos “a lo loco”, ¿verdad?

Y es que, además, las grandes empresas siguen esta tendencia de experimentar mucho, y probablemente tenga parte de culpa en su éxito. No digo que debamos seguir esta tendencia simplemente porque lo hacen los grandes, ni mucho menos, pero al menos conviene tomar nota.

Pongamos el caso de Google, que deja un 20% del tiempo de sus empleados para que experimenten y creen los proyectos que a ellos les apetezcan.  Muchas de las herramientas que hoy usamos han surgido de esos experimentos. Y por supuesto que muchísimas otras se han ido al traste, pero igualmente, les ha compensado el hecho de experimentar como locos.

¿Y cómo podríamos poner en práctica esto de experimentar más? Entiendo que estamos ante una situación en la que en cada caso dependerá de nuestro campo y lo que queramos lograr.

Edison, por ejemplo, tenía como objetivo crear un invento menor cada 10 días y un gran invento cada 6 meses.

Todo esto de los 10.000 experimentos tampoco tiene que significar orientarlo todo a nuevos proyectos. Podemos hacer un “mix” en el que se incluyan tanto experimentos dentro de un mismo proyecto como experimentos únicos para nuevos proyectos.

Por ejemplo, si tienes un ecommerce, quizá podrías plantearte experimentar cada semana nuevas técnicas para captar clientes: Diferentes tipos de anuncios en Facebook, cambios de precios

Quizá donde tendríamos que tener cuidado es en el asunto de dejar las cosas de lado demasiado rápido. No hay que confundir experimentar con dejar de lado un proyecto solo por no ver cierto tipo de resultados. Recuerda que una de las claves de los proyectos que funcionan está en la constancia a lo largo del tiempo, por lo que viene bien tenerlo en mente para no confundir un experimento fallido con un proyecto fallido.

Sobre este tema James Altucher va a sacar un libro en febrero, así que estaré pendiente de lo que dice para compartirte nuevas técnicas dentro de esta estrategia.

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