Abraza la imperfección y la ausencia de resultados

Este fin de semana han llegado a mis manos una serie de lecturas que me han hecho reflexionar sobre temas como la ausencia de resultados, el crecimiento compuesto y el arte de la imperfección. Creo que tienen mucho en común así que voy a hacer una especie de mix para ver que sale de este cocktail.

Empecemos hablando de la perfección. Y es que es curioso que tanta gente la persiga cuando es algo que no existe. La perfección no es una elección, es una quimera.

Podemos elegir hacer las cosas de una u otra forma, podemos elegir formarnos y mejorar, podemos elegir dedicar más y más horas a un proyecto, pero no podemos elegir que sea perfecto. Y más allá de que sea algo que no está bajo el área de las cosas que podamos controlar, simplemente es algo que no existe.

La perfección es un concepto demasiado abstracto y que dependerá del sentido que cada receptor quiera darle.

¿Acaso este podcast es perfecto? ¡Ni de lejos! ¿Podría mejorarlo? Sí, por supuesto. Todo se puede mejorar en esta vida. La cuestión es medir hasta qué punto quieres llegar.

Afortunadamente, con cosas como este mismo podcast he ido descubriendo que la Ley 80/20 sirve de mucho.

¿Podría pasarme horas escribiendo mejores guiones? ¿Repetir cada fragmento de grabación en el que se me fuera la voz? ¿Obsesionarme con la calidad del audio? Poco a poco he ido centrándome en lo que al menos yo he considerado que era más importante, y te confieso que ahora ni siquiera escucho la grabación una vez he terminado de editar. Sacar un episodio diario no es tarea fácil, así que lo del perfeccionismo es algo que no me puedo permitir.

Aquí podríamos meter en la ecuación la eterna lucha sobre qué es mejor, calidad o cantidad. Te aseguro que si buscas en internet encontrarás tantos argumentos que incluso te convencerán tanto de un lado como de otro.

Yo ya prefiero dejar a un lado ciertos mantras que se dan por hecho como auténticos y suelo fiarme de mis experimentos a la hora de tomar decisiones para ver qué funciona mejor, así que igualmente, tampoco te fíes de lo que te diga yo por aquí. Intenta siempre sacar tus propias conclusiones.

Para mí la cantidad hace que, poco a poco, se vaya aumentando la calidad. Si quieres empezar un blog, un podcast o un canal de YouTube hoy mismo, la búsqueda de la perfección o incluso ya de la calidad te va a bloquear y no vas a acabar de hacer nada.

Hacer basura es un paso imprescindible, te guste o no, así que asume tu basura, ese sería mi consejo.

Tu primer vídeo va a dar asco, tu primer artículo también… pero el camino para mejorar no es verse 50 tutoriales sobre cómo hacer un vídeo para YouTube. Porque entonces querrás ver 51, 52…. Y claro, siempre habrá algo nuevo que aprender.

Siente orgullo por hacer cosas, no porque sean las mejores del mundo ni porque la gente de alabe por ellas, sino por el hecho de hacerlas, a poder ser disfrutando del proceso.

Y es que otro tema es el asunto de los resultados.

Este fin de semana estaba leyendo la newsletter de Cardinal, cosa que te recomiendo hacer, en la que hablaban sobre el conocimiento exponencial.

Me quedó una frase grabada a fuego: “El talento son 10.000 horas sin resultados”. Esto de las 10.000 horas viene de un libro en el que se afirmaba que se necesitaban esa cantidad para alcanzar el estado de experto en cualquier materia. Tampoco voy a entrar aquí a discutir esta teoría que, por cierto, no comparto.

Volviendo a la frase, quizá uno de los mayores problemas es el enfoque que, como humanos, le damos a nuestros proyectos.

Qué es mejor, ¿ganar los partidos por 1-0 jugando mal y sin ganas o tener victorias y derrotas disfrutando de los partidos? Sí, vivimos en la cultura del resultadismo, y no digo que hasta cierto punto no sea necesario. Hay que ganarse el pan y pagar las facturas, al fin y al cabo.

Pero es que muchas veces los resultados llegan tras muchos proyectos, muchos intentos, muchas pruebas, muchos… muchos.

Puedes quejarte porque escribes y no te lee apenas nadie, haces un podcast y te escuchan cuatro gatos, o ni eso. Mucha gente pensarás que qué demonios estás haciendo con tu vida invirtiendo tiempo en algo que no te está dando resultados.

Los resultados externos puede que lleguen… o no, aquí nada está asegurado, pero los internos… eso es otra cosa.

Si haces algo porque de verdad te apetece hacerlo, ya habrás ganado el juego. Olvídate del ego, de las cifras de suscriptores, del número de seguidores de Twitter y del número de escuchas.

Ya te he dicho que la fórmula del éxito (lo que podríamos considerar éxito externo) no existe como tal, o yo no la conozco, pero estoy casi seguro de que en la ecuación lleva los conceptos de disfrutar, tiempo y consistencia.

Deja que el interés compuesto haga su trabajo y traiga los resultados que tenga que traer, que no siempre serán los que tenías en mente, pero seguro que de alguna forma son positivos.

Como ves, hoy me he dejado llevar, quizá demasiado, por la parte más emocional de mi cerebro, pero espero que esta reflexión te sirva tanto para lanzar un nuevo proyecto sin esperar a saber todo lo necesario como para resistir la ausencia de ciertos resultados. Aunque si lo que haces a ti te beneficia, cosa más que probable, ese ya es un resultado.

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