Emprender para vivir la vida que tú quieres

Estamos terminando el año y siempre es un momento en el que todos nos ponemos más reflexivos que de costumbre.

Hoy toca hablar sobre un cuento que escuché hace tiempo y es de esos de los que podemos obtener muchos tipos distintos de interpretaciones. Vamos con él.

Un banquero estadounidense se encontraba de vacaciones en un pequeño pueblo mejicano de esos que parecen sacados de un cuento.

Contemplando las vistas del puerto, vio que llegaba un hombre en su pequeña barca con una cantidad nada despreciable de peces que él mismo había pescado.

Al hombre estadounidense le picó la curiosidad y le preguntó al pescador acerca de cuánto tiempo le había llevado pescar todo lo que llevaba.

El pescador dijo que solo un rato, a lo que el banquero replicó: ¿Por qué no te quedaste más tiempo entonces y conseguiste aumentar el número de capturas?

El pescador le respondió que con esa cantidad tenía más que suficiente para cubrir las necesidades de su familia.

El banquero, sorprendido, le preguntó de nuevo: ¿Qué haces entonces con el resto de tu tiempo cada día?

El pescador respondió: “Duermo, juego con mis hijos, tomo siestas, toco la guitarra, salgo con mis amigos y ceno cada noche con mi esposa en la playa viendo esta espectacular puesta de sol”.

El banquero parece que no se dio por satisfecho con la respuesta y volvió a replicar: “He hecho un MBA en Hardvare y puedo ayudarte. Deberías pasar más tiempo pescando para poder vender más cantidad de pescado. Así podrás comprarte un barco más grande con el que alcanzar un mayor número de capturas. Con estas ganancias podrás, con el tiempo, comprarte una flota de barcas y contratar muchos trabajadores. Con el tiempo podrás ir a vivir a una gran ciudad desde la que poder ir manejando tu negocio y seguir expandiendo tu empresa.

El pescador, abrumado, le preguntó al banquero: ¿Cuánto tiempo tardaré en llevar a cabo todos esos planes?

El banquero le respondió que entre 15 y 20 años.

¿Y después qué? Volvió a preguntar el pescador.

El banquero le respondió con una sonrisa en la cara: Esta es la mejor parte. Cuando llegue el momento adecuado, podrás vender tu empresa por una buena suma de dinero que te hará prácticamente millonario.

¿Y después qué? Insistió el pescador.

A lo que el banquero respondió: Entonces será el momento en el que te puedas retirar, mudarte a un pequeño pueblo de Méjico en el que podrás jugar con tus hijos, tomar siestas, tocar la guitarra, salir con tus amigos y cenar cada noche con tu esposa en la playa viendo una espectacular puesta de sol.

Como ves, en esta historia podemos sacar todo tipo de interpretaciones y mensajes.

Quizá la discusión más evidente en la que podemos meternos es la de pelea entre ir siempre a más o quedarse en un punto en el que se está cómodo.

El pescador ya tenía la vida que él quería, y el camino que proponía el banquero era bastante difícil para acabar llevando al estilo de vida que ya tenía en ese momento.

Pero vamos a darle un poco de caña al pescador, que veo que quizá se está dejando llevar demasiado por la calma.

Como fan que soy del término medio, si llegase a la isla del pescador le diría que se olvidase de todo lo que le ha dicho el banquero, pero igualmente le haría una propuesta.

Le haría ver que puede que puede que llegue el día que la pesca no le vaya también y le hablaría de la importancia de diversificar los negocios.

Quizá podría dedicar una hora al día a tejer hamacas junto a su mujer y así tener una fuente de ingresos adicional sin tener que renunciar a su estilo de vida, consiguiendo un extra de seguridad económica.

O también podría arreglar y alquilar esa pequeña cabaña que tiene sin uso junto a su casa e incluso hacer pequeños tours pesqueros para ciertos turistas que vayan en búsqueda de cierta relajación en el mar.

Pero bueno, tampoco quiero chafarle la vida a nuestro amigo el pescador, sino darle opciones que equilibren su balanza de trabajo y estilo de vida.

Y aquí quizá es donde te toque a ti ahora replantearte tus motivos para emprender y donde está tu punto de equilibrio.

Veo que hay demasiados casos de emprendedores quemados que no paran de meterle horas y horas a sus proyectos solo con el fin de amasar más dinero, pero con un estilo de vida realmente malo.

También veo casos de emprendedores acomodados que quizá en su día consiguieron un puñado de clientes de los que tienen total dependencia, pero como lo que le pagan le es suficiente, no da el paso de seguir creciendo para tener una mayor diversificación.

Como ves, creo que la cosa va de equilibrar la balanza… pero no mi balanza, ni la de otro. Cada balanza es única y tu respuesta puede ser totalmente diferente a la mía en cuanto al número de horas de trabajo o número de proyectos en los que me meto.

En cualquier caso, y como consejo final, te diría que intentes buscar un estilo de vida en el que encuentres satisfacción diaria. La felicidad será ahora o no será.

Quemar tu vida para alcanzar un supuesto objetivo que te hará feliz dentro de x años creo que es una mala idea. Toca descubrir la satisfacción en las pequeñas cosas en nuestro día a día. Hay que saber enamorarse incluso de las cosas aburridas, como diría James Clear.

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