Cuando damos nuestros primeros pasos como freelance, especialmente vendiendo algún tipo de servicio, vamos a meter la pata sí o sí, de eso que no te quepa duda.
Creo que incluso esas meteduras de pata vienen bien, aunque nos cuesten algún que otro disgusto, ya que nada como probar en carne propia los típicos fallos de los que nos han hablado otros que también los sufrieron pero que aún así seguimos sin tener en cuenta.
Nada como sangrar un poco para convencerse.
Y algo en lo que la mayoría de freelance pecan cuando comienzan sus negocios es la mala gestión de su tiempo en relación con sus clientes.
No me canso de repetir que el tiempo es seguramente tu activo más valioso, y algo que normalmente no comenzamos a valorar hasta que nos vemos con la soga al cuello.
Hace tiempo vi una película llamada “In time” que te recomiendo ver, aunque más que por su calidad y el entretenimiento que te pueda dar, quizá por el trasfondo que esconde.
En la película, el tiempo era la moneda de pago. No recuerdo muy bien cómo, pero cada persona tenía una especie de cronometro con cuenta atrás que se activaba cuando cumplían los 25 años. Entonces el cronometro les regalaba un año de tiempo de vida y si querían más tenían que ganárselo trabajando.
Tampoco te quiero destripar el argumento más, échale un ojo cuando tengas un rato. La cuestión es que realmente el tiempo es valor, pero como no somos conscientes de qué cifra hay en nuestro cronómetro (que la hay, aunque no queremos pensar en ello) simplemente nos despreocupamos de todo.
Pero basta ya de hablar de películas y de filosofar por hoy y volvamos al tema.
Lo normal, al comenzar como autónomos, es que vayamos más “sobrados” de tiempo que de dinero.
Conseguir los primeros clientes es bastante costoso. Muchos terminan rindiéndose ante la ansiedad y los nervios y hacen cosas que no deberían con el fin de agradar a esos primeros contactos que entran para que acaben convirtiéndose en clientes.
No establecer el tiempo de dedicación para cada proyecto: Ya sé que al principio es casi imposible saber cuánto tiempo vamos a dedicarle a un cliente en función de lo que nos pida, ya que los procesos tardan en asentarse. Por eso es muy importante que desde nuestros inicios dediquemos tiempo a medir e investigar a grosso modo los tiempos que nos van a llevar los diferentes procesos para así poder aplicar nuestro precio/hora y poder ofrecer un presupuesto realista.
No medir las horas de trabajo por cliente: Para saber si nuestras proyecciones se cumplen o no es obligatorio empezar a acostumbrarnos a medir el tiempo que dedicamos a cada cliente. Para ello, lo mejor es elegir entre las muchas aplicaciones que existen en el mercado, ya que son muy sencillas de usar y demasiado útiles como para dejarlas de lado. En su día recomendaba RescueTime pero ha pasado a ser de pago, por lo que la mejor opción hoy en día (si quieres hacerlo de forma gratuita) es la versión free de Toggl.
No fijar medios y horas de contacto: Este punto es clave que lo fijemos antes de comenzar la relación con el cliente si queremos evitarnos muchos dolores de cabeza. Ya sé que dar nuestro Whatsapp personal a un cliente puede ser la opción más cómoda para comunicarnos con él, pero tendrás que decidir tú mismo si te interesa dar ese paso.
Lo he vivido y lo sigo viendo en muchos emprendedores. Mensajes de whatsapp por las noches, los domingos… ¡cualquier día a cualquier hora! Llamadas que se alargan hasta el infinito y que no terminan nunca, audios eternos… Dar el teléfono es lo que tiene, es como dar acceso a un arma de destrucción masiva a tu enemigo.
No digo que no se deba hacer, pero ya es una cuestión personal de cada uno. Yo lo que haría es contratar una segunda línea de teléfono que esté solo operativa en los horarios que hayas establecido.
Y ese es otro tema. Asegúrate de dejar claro a tu cliente cuales son las horas de contacto. Si caes en la tentación de responder un domingo a un mensaje de tu cliente, ahí ya habrás perdido la batalla.
No limitar el número de contactos y revisiones: Cuando entro en páginas como Fiverr o similares donde muchos freelances ofrecen servicios con revisiones ilimitadas me entra un escalofrío. Tu tiempo es limitado por lo que directamente te diría que no ofrezcas nada relacionado con él de forma ilimitada.
Otro asunto peligroso es el tema de las veces que nos va a contactar el cliente. ¿Qué ocurriría si te llama todos los días y se pone a hablarte durante una hora? Di adiós a tu productividad y a sacar el resto de proyectos que tengas entre manos, y ya te aviso que esto pasa.
Asegúrate de poner límites de tiempo a tus clientes y haz que lo sepan. Incluso puedes contabilizar las horas de empleadas en este tipo de llamadas como horas de trabajo con el cliente y enviarle el informo con el tiempo que le has dedicado a su proyecto y su distribución. Quizá pueda servir como un primer aviso antes de comenzar a cobrar estas horas a parte.
Ya sé que ahora te puede parecer una tontería este tema, pero es quizá el más recurrente en los casos de freelances y de los que más te van a hacer espabilar a la hora de no regalar tu tiempo.
Bajar el precio de tus horas de trabajo para competir: Otro caso muy común se da en los denominados destructores de mercado. Sucede precisamente en casi todos los campos, y es que muchos emprendedores que están dando sus primeros pasos rebajan sus precios hasta unos límites ridículos. No digo que debas cobrar como los mayores expertos de la industria, pero es que veo unos casos que rozan el absurdo.
Además, como “regalo” como ser la opción barata del mercado, créeme que te tocarán los clientes que más problemas te darán.
Esto ya es más un punto de vista subjetivo que otra cosa, pero por mi experiencia, los clientes que solo se fijan en el precio a la hora de contratar un servicio son los que más exigencias te pondrán y los que más tiempo acabarán consumiéndote.
Aunque solo sea para filtrar a este tipo de clientes, no te conviertas en la opción low-cost de tu mercado. Ya te he dicho muchas veces que competir en precios es algo que no te interesa por todo lo que supone.