Ikigai en el emprendimiento

Hoy vengo a explicarte uno de esos “palabros” que se han puesto de moda en los últimos años y que quizá ya hayas escuchado antes, el Ikigai.

Tampoco quiero enrollarme demasiado con su procedencia y su significado original. El un término que viene de Japón y que viene a traducirse por algo así como “razón de vivir”.

Hay quien dice que encontrar tu Ikigai es quizá la misión más importante de nuestras vidas, pues al fin y al cabo se supone que nos pone en la senda de nuestro propósito de vida, haciendo de él algo sostenible.

Voy a mezclar la idea del Ikigai con el mundo del emprendimiento, pero antes, por si no lo conoces bien, te voy a explicar todo acerca de los pilares que sustentan esto del Ikigai.

Y es que, en realidad, el Ikigai es un punto de encuentro entre cuatro pilares.

El primer pilar hace hincapié en aquello en lo que eres bueno. Personalmente aquí siempre me he hecho un lio, porque no suele ser fácil detectar en uno mismo aquello en lo que se destaca especialmente. Además, también se suele confundir el hecho de ser bueno con ser un crack. Puedes ser bueno en algo sin ser el mejor del mundo y no sentirte mal por ello. Suelo poner el ejemplo de distintas profesiones en estos casos: ¿Es tu dentista o tu peluquero el mejor del mundo? Seguramente no, pero no por ello es malo en su trabajo.

Para identificar las cosas en las que eres bueno es interesante pedir opiniones de las personas que mejor te conocen. En muchos casos hacemos cosas de una forma un tanto natural, y como no “salen” fácil, no las valoramos. Lo de ser bueno en algo también tiene el inconveniente de que muchas veces consideramos que aquello en lo que destacamos es algo un tanto absurdo. Te parezca o no absurdo, deberías tenerlo en cuenta igualmente.

El segundo pilar del Ikigai es aquel relacionado con lo que amas. Ese tipo de tareas que te encanta hacer y harías hasta gratis. De hecho, es posible que ya las estés haciendo gratis, ya sea para ti mismo o para otros. Aquí de nuevo el error es empezar a buscar el lado del dinero, pero para eso ya habrá tiempo más adelante. Lo que amas puede ser algo difícil de monetizar, incluso imposible, pero de momento estamos en modo brainstorming, así que apunta todo aquello que ames.

Vamos ya con el tercer pilar que nos habla de todo aquello que el mundo necesita. Aquí se englobarían todo tipo de necesidades, así que ojito con hacer de menos a algunas. Parece que todo lo que hagamos debe ser trascendental, cuando la “chicha” suele estar en las cosas más pequeñas. Igual lo que el mundo necesita es alguien que me ayude a traer la compra a casa o que dé de comer a mi gato cuando me voy de vacaciones. Al final son todos esos problemas (grandes o pequeños) que si somos capaces de resolver nos traerán trabajo.

Y es que al escuchar esto de “lo que el mundo necesita” puede que algunos se vengan abajo por considerarlo como una especie de misión de vida super importante. Ya te digo, puede ser cualquier cosa que ayude a resolver un problema.

Vamos con el último pilar, uno de los que más duelen: Aquello con lo que se pueda ganar dinero.

Por suerte, en este punto cada vez pueden encajar más cosas. Ya hemos visto a lo largo de muchos episodios todo tipo de formas con las que mucha gente se está ganando la vida, algunas de ellas aparentemente absurdas.

Cada vez hay más posibilidades de monetizar cualquier cosa que se nos ocurra, así que merece la pena hacer un poco de brainstorming para encontrar una fórmula que nos funcione a nosotros. Que nadie lo esté haciendo no significa que no se pueda hacer.

Ahora bien, ¿cómo unimos todos estos puntos a la hora de emprender?

Para empezar, te diría que tampoco pasa nada si no cumples todos. Tanto la vida como el emprendimiento son procesos continuos que van cambiando y cambiándonos.

Puede que tengas la suerte de dar con la tecla y encontrar con algo que cumpla todas estas características, aunque creo que no suele ser lo más común.

Yo empezaría a darle vuelta a dos puntos: En qué soy bueno y qué es lo que amo hacer.

Ambos están muy relacionados y se retroalimentan. Hay cosas que, a priori, puede que no nos llamen la atención en cuanto a gustos, pero a medida que desarrollamos habilidad en ellas, nos van gustando más y más. Podríamos entrar aquí en el debato de que fue primero, la habilidad o la pasión, pero yo, al menos, no tengo respuesta.

Si, en cambio, te encuentras ante algo que te apasiona, tendrías que preguntarte algunas cosas: ¿Te gusta más la idea de que te guste que el hecho de desarrollar una habilidad en ella? ¿Estás cambiando de pasión cada 5 minutos? Y es que en muchas ocasiones no gusta más el romanticismo que se esconde detrás de una idea sin plantearnos todo lo que conlleva desarrollarla. Por ejemplo, mucha gente encuentra idealizado el mundo de los programadores, pero cuando se meten en el sector ven que la realidad ni se acerca a sus expectativas.

Aquí aconsejaría que te metieses en la piel de una persona que se dedique a lo que tu consideras que podría apasionarte, preguntar mucho a gente del sector y ver en directo como es el día a día en ese tipo de trabajo.

En cuanto al tema del dinero, antes de nada, me plantearía cuales son mis aspiraciones personales para mi estilo de vida. Ahora que estoy siguiendo a mucha gente que vive viajando, he descubierto un grupo de gente que vive con negocios bastante extraños y con un público muy pequeño, pero al tener un estilo de vida en el que apenas necesitan unos ingresos demasiado altos, puede hacer de sus pasiones sus profesiones.

Otro tema dentro del Ikigai al que no se le hace demasiado caso es a su posible variabilidad. ¿Acaso nuestro Ikigai debe ser siempre igual? En mi opinión, deberíamos ir revisándolo cada cierto tiempo y no tener miedo a introducir grandes cambios. Puede que hoy tu Ikigai te diga que hagas webs para dentistas, pero ante la petición de un cliente para que investigues y crees campañas en Facebook Ads, poco a poco te vayas interesando por el mundillo de la publicidad pagada. Poco a poco te irás haciendo cada vez mejor profesional y de carambola, detectes que el mercado está demandando este tipo de profesionales.

Al final, todo es un proceso muy orgánico en el que las cosas cambian constantemente.

Está bien que te plantees el tema del Ikigai a la hora de emprender, pero si no cumples con todos sus pilares tampoco te vuelvas loco.

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