Te adelanto que el tema que trato hoy es un tanto polémico, pero es algo sobre lo que vengo reflexionando desde hace tiempo y me apetecía ponerlo en voz alta para ver como suena (y como resuena).
Y es que tal y como dice el título del episodio de hoy… yo no quiero jubilarme.
Si dices esto en voz alta lo más habitual es que la gente te tache de loco para arriba.
– ¿Cómo no vas a querer jubilarte? Si es el fin de la vida – Dirían muchos. Y es que, por norma general, la sociedad espera la jubilación como agua de mayo. Se supone que a partir de ese momento comienza lo bueno. Antes has tenido que vivir décadas haciendo algo que no te gustaba solo por la llegada de ese momento de dejar de hacerlo.
Creo que ya te he comentado en otros episodios, las estadísticas son demoledores sobre el número de personas que ni se sienten comprometidos con su trabajo ni les satisface (alrededor de un 85%, casi nada…)
No me extraña que la gente quiera jubilarse entonces, pero… ¿qué hay detrás de la jubilación?
Creo que se idealiza mucho, y luego pasa lo que pasa…que viene el gran “palo”.
Se supone que tienes asegurado un sueldo (al menos a día de hoy, veremos en unos años) teniendo la libertad para hacer lo que quieras.
Lo que ocurre es que, más veces de las que pudiera parecer, cuando alguien se jubila descubre que no sabe qué hacer con su vida. Tras pasar años quejándose cada lunes por la mañana, ahora resulta que hasta echa de menos su antigua vida.
Y es que, sin un propósito, una motivación o llámalo como quieras… nada tiene sentido.
Recuerdo épocas en las que estuve sin empleo y sin ningún propósito a la vista… y desde luego no me quisiera volver a ver ahí otra vez. Las paredes se me caían encima y el tiempo parecía que no avanzaba. Me daba igual que fuera lunes o viernes, que fuera festivo, que lloviese o que hiciera sol.
Por eso cuando alguien dice que su sueño sería pasarse la vida en una playa sin hacer nada me planteo la situación y me la imagino. Seguramente los primeros días y semanas todo sería idílico. Playa, sol, buena comida, todo el tiempo del mundo… Pero claro, seguramente, más pronto que tarde, el hecho de hacer siempre lo mismo y no tener más propósito que no hacer nada acabe por hundir en la miseria a cualquiera.
Y todo este rollo que te estoy metiendo para decirte que, al emprender, tenemos la suerte de poder elegir un camino más afín a nuestros gustos y que incluso podemos optar por no jubilarnos.
Pero esto de no jubilarnos creo que debería verse no desde el punto de vista de la necesidad económica sino por puro gusto.
¿Te imaginas a alguien como Steve Jobs (si aún viviese) jubilándose? Estoy seguro que hubiera seguido trabajando hasta el día de su muerte (ciertamente, así fue, aunque me refiero a otro tipo de circunstancias).
Mucha gente se pregunta porque algunos multimillonarios no se jubilan de una vez y es precisamente por este tema: Necesitan hacer lo que hacen y es lo que les da la vida.
Vamos ahora al meollo de la cuestión.
Cuando yo he planteado alguna vez el tema de que no quiero jubilarme siempre me atacan desde dos frentes.
El primero de ellos trata sobre cómo voy a ganar dinero a edades avanzadas. Aquí creo que hay muchos sesgos que van anclados a como se venían haciendo las cosas hasta ahora.
Hasta hace no mucho se daban por supuesto algunas cosas como que los trabajos eran para toda la vida, que solo podías tener un tipo de profesión y que llegado a cierta edad ya no podrías desempeñarlo (ya fuera por que tu físico no daba para más o porque no pudieses adaptarte a ciertos cambios).
Afortunadamente las cosas han cambiado y ahora podemos ganar dinero sin movernos del sillón. La llegada de internet ha cambiado las reglas del juego y podemos ganar la vida tanto vendiendo nuestro tiempo como creando sistemas que lo genere por nosotros.
El gran problema es la mentalidad de dependencia de “Papá Estado” que hay en la sociedad, especialmente en la española. Es por eso que el sueño de la mayoría de jóvenes españoles es conseguir una plaza en una oposición que les garantice un sueldo vitalicio, aunque ese trabajo les parezca absurdo.
Ojo, que no estoy intentado imponer mi opinión. Es solo eso, mi opinión, nada más.
El miedo a no tener dinero, ya sea durante tu vida en activo como pasados los 65 años es quizá una de las mayores preocupaciones de la sociedad.
Mi receta (repito, “Mi receta”, no quiero imponer nada a nadie) para tratar de paliar este miedo se compondría de dos ingredientes: Ser capaz de generar tus propios ingresos emprendiendo y aplicar austeridad en nuestras vidas. Y cuando hablo de austeridad me refiero a una austeridad querida y no impuesta por tus bajos ingresos.
Sobre austeridad ya hablaré en otros episodios, ya que es un tema muy polémico que necesitaría desarrollar con tiempo.
El segundo frente va más enfocado al tema de envejecer. A la gente le van pesando los años y claro, no se ven a ciertas edades haciendo cosas que les supongan esfuerzos, tanto físicos como mentales.
Parece que en la sociedad está instaurada la premisa de que pasados los 65 años vas a estar para el arrastre. Pero aquí se puede hacer mucho más de lo que se hace.
No sé tú, pero yo quiero vivir años de calidad de vida, más que una gran cantidad (aunque si se pueden las dos, mejor que mejor).
Aquí es donde apelo a la responsabilidad que deberíamos tener con nosotros mismo y que, al menos por ahora, la mayoría de personas obvian. ¿Por qué no nos cuidamos como deberíamos? La receta es muy sencilla: Alimentación y ejercicio físico.
Es fácil, barato y depende de nosotros mismos.
He visto a señores de más de 70 años que van al gimnasio y están más fuertes que chavales de 20.
De nuevo este tema daría como para explayarse y hoy, como ves, ya me estoy pasando de tiempo, cosa que no me gusta.
A modo de resumen, te diría que yo no quiero jubilarme porque el placer de la vida esta en “hacer” y en seguir buscando esas cosas que te motiven, a ser posible monetizándolas, y para ello vamos a necesitar un cuerpo y una mente entrenadas que puedan con todo.
No he hablado de entrenar la mente, ni tampoco del tema de las futuras pensiones. De nuevo, lo mismo que antes… daría para más episodios.
Ahora te toca plantearte a ti cuál es tu situación: ¿Quieres jubilarte? ¿Podrás permitirte jubilarte? ¿Qué vas a hacer después?