Cuando alguien tiene éxito en algún campo de su vida, la gente comienza a interesarse por la forma en la que lo alcanzó.
Se habla mucho de Bill Gates, Warren Buffet o Steve Jobs como ejemplos de gente exitosa a la que copiar sus rutinas.
Pero casi tres siglos antes hubo otro genio que también dejó muchas pinceladas a las que seguir la pista.
Seguro que te suena el nombre de Benjamin Franklin. Normalmente lo asociamos al de uno de los padres fundadores de Estados Unidos, pero lo cierto es que era uno de esos hombres polifacéticos, que hacían de todo, y además se les daba muy bien.
Inventor del pararrayos y las lentes bifocales (entre muchos otros inventos), Franklin también nos dejó una curiosa rutina que muchos han copiado: La regla de las cinco horas de aprendizaje.
Por lo visto, Benjamin se levantaba bastante temprano y la primera actividad que hacía era la de estudiar durante una hora.
Repitiendo esto cinco días a la semana puede no parecer mucho, pero a largo plazo es una barbaridad.
Como ya te he comentado en otras ocasiones, uno de los grandes problemas es que tendemos a sobrevalorar lo que podemos hacer a corto plazo y a infravalorar lo que podemos hacer a largo plazo.
Estas cinco horas se convierten en 260 a lo largo de un año, lo cual no es poco.
Ahora bien, ante este panorama, nos pueden surgir varias dudas:
¿Qué hago si no tengo tiempo?
Esta es la típica escusa que todos nos ponemos alguna vez, yo el primero. Sería interesante antes que nada dedicar unos días a medir qué hacemos exactamente con nuestro tiempo. Ya te he hablado en otras ocasiones de aplicaciones como RescueTime, que te ayudarán en esta tarea.
Aún sin medir, seguro que tienes en mente algún hábito que se traga tus horas cada día sin devolverte nada a cambio.
Yo, por ejemplo, esta semana he probado a desinstalarme Instagram. La cantidad de tiempo que le dedicaba en esos ratos entre tareas se me iba de las manos.
¿Qué estudio en esas horas?
Seguro que aún muchos tenemos el concepto de estudiar asociado a términos tales como “aburrido”, “complicado” y similares.
Si no estudias algo que te suscite cierto interés, evidentemente no llegarás a buen puerto. Más pronto que tarde acabarás tirando la toalla.
Hay muchas opciones para elegir temáticas. Puedes optar por ampliar conocimientos en tu área profesional o incluso por estudiar cosas totalmente diferentes.
Ambas opciones son buenas, ya que, aunque esta última pueda parecer un poco una pérdida de tiempo, uno nunca sabe cómo se conectará todo lo que estudies para crear algo nuevo, por muy distinto que sea.
¿Cómo estudio?
Aquí es donde muchos cometemos el gran error, que no es otro que centrarnos en la teoría. Creo que en parte puede ser debido a lo acostumbrados que estamos al sistema educativo, basado mayormente en un modelo de teoría infinita y práctica más bien escasa.
Para mí, un buen ratio sería un 20% teoría y un 80% de práctica. Al final, es en el “hacer” donde está la “chicha”, donde vamos a meternos en el barro y ver que ocurre.
Para ir cerrando
Recuerda lo que hablábamos en el episodio de ayer. La robotización viene pisando fuerte y estudiar ya no es una opción, sino una obligación.
A mi personalmente cinco horas me parecen pocas. Evidentemente, si me lo dices en mi época de estudiante te diría que es demasiado, pero claro, era una época donde no me interesaba lo que me enseñaban.
Ahora, las tornas han cambiado, y en la vida adulta podemos elegir: Estudiar buscando salidas laborales o estudiar buscando aprender cosas que realmente nos motivan.
Escoger la segunda opción no significa renunciar a la primera. Al final se trata de alcanzar un nivel suficiente en cualquier área de nuestro interés y buscar la forma de poner nuestro conocimiento al servicio del mercado.
Si no sabes ni por dónde empezar, no pasa nada. Escoge cualquier materia que te suscite un mínimo interés y prueba un mes.
Yo me olvidaría de la famosa regla que dice que debemos estudiar 10.000 horas para alcanzar la maestría en algo. Creo que está planteada desde un punto de vista que agota nada más verlo.
Lo cierto es que se puede alcanzar un grado de soltura en cualquier materia en un número de horas bastante más alcanzable a corto plazo. Además, no sé trata tanto de medir las horas como sino de entrar en el famoso estado de flujo, donde ni siquiera eres consciente del tiempo que le estás dedicando debido al enganche que tienes con lo que estás haciendo.
Lo que no te recomiendo es que te pongas a estudiar demasiadas cosas a la vez. Puedes sufrir una parálisis por análisis, como a mi te he de reconocer que me está pasando, y estoy tratando de enmendar. Esto ocurre cuando quieres estudiar demasiadas cosas, intentas empezar todas a la vez… pero al dividir tanto tu tiempo (al final todos tenemos 24 horas cada día) no avanzamos en ninguna de ellas.
Me he planteado crearme retos públicos de aprendizaje y estar un mes enfocado en una sola materia que tenga que ver con alguna competencia digital para el emprendimiento. Quizá lance algo así de forma que podamos hacerlo juntos, ¿os gusta la idea?