Hoy, para variar, vuelvo a la carga con un tema reflexivo de esos que tanto me gustan a mí, y que espero que a ti también.
A todos nos gustan que los planes salgan bien (a Hannibal Smith aún más) pero en el mundo real las cosas no suelen funcionar tan fácilmente.
Y claro, eso no nos gusta.
Y no nos gusta por varias razones, aunque las más potentes son la comparación con los demás y la sensación de que vivimos en un mundo dual: O está bien o está mal, no hay más.
Esto puede parecer una tontería, pero es una de las causas que más nos mantienen anclados y nos impiden avanzar, ya sea emprendiendo o en cualquier otro ámbito de nuestra vida.
Esta mañana me dio por reflexionar sobre la importancia de hacer las cosas, simplemente eso.
No me apetecía nada ir al gimnasio, me sentía un poco flojo y con cero motivación.
La cuestión es que si me pongo a contar los días que me siento así son bastantes.
Y si cada día que me levanto con ese humor hago caso a lo que me dice la mente, estaría acabado.
Hacer las cosas, ya sea de forma mediocre, mejor o peor, tiene unos efectos brutales a largo plazo sobre nuestras vidas.
Ten en cuenta que lo que estás haciendo hoy mismo, día tras día, será lo que marque tu futuro. Ahí te lo dejo por si no habías pensado en ello.
El caso es que, volviendo al ejemplo del gimnasio, un entrenamiento malo, a medio gas y corto suma muchísimo más que el hecho de no entrenar.
En primer lugar, porque estás afianzando un hábito, y por si mismo ese puede ser el mayor valor que tiene hacer las cosas, aunque no salgan bien.
Después está el asunto del efecto compuesto, algo con una gran capacidad de impacto en nuestras vidas a largo plazo, tanto para bien como para mal.
Esto del efecto compuesto trata sobre el resultado de la acumulación de pequeñas acciones de forma periódica.
El problema es que estos resultados tardan en llegar, y como sociedad, no vamos sobrados de paciencia.
La cuestión es que elegir, en mi caso, ir al gimnasio cada día, aunque no tenga ganas y aunque el entrenamiento sea bastante malo, me ha traído grandes recompensas.
Y por supuesto, esto es aplicable al mundo de los negocios.
Para muestra un botón, o mejor aún, este podcast.
Aunque últimamente publico de forma regular, como sabrás, estuve algún mes desaparecido. Coger el ritmo no es fácil y los primeros pasos siempre son duros, ya sean acostumbrase a ir al gimnasio asiduamente o hacer un episodio de podcast diario.
El caso es que muchas veces nos puede la presión de que cada paso que demos sea el mejor.
Ojo, que no estoy diciendo tampoco que debamos hacerlo todo mal. Si siempre que vas al gimnasio solo estás 5 minutos y te vas para casa, obviamente pocos avances verás.
La cuestión es que no siempre se podrá hacer todo bien, pero hay que seguir picando piedra, aunque un día el pico esté poco afilado.
Puede que yo mismo tenga días mejores y días peores en este podcast, pero el hecho de tratar de mantener una regularidad, aún cuando no esté del todo inspirado, es lo que me hace avanzar en el proyecto.
Sé por primera mano que el punto crítico es comenzar a dar los primeros pasos con la liberación de que lo que hagas no va a ser perfecto, pero una vez superada esa barrera, los resultados pueden ser sorprendentes.
Ya sabes que yo también tengo mis esqueletos del armario: todos esos proyectos que quedaron en eso, en simples ideas, por el simple hecho de no darles esos primeros empujones para coger ese impulso necesario.
Con este episodio solo quiero mostrarte sin miedo el camino de hacer las cosas, sea como sea, para avanzar en tus proyectos.
Nadie nace sabiendo, y el error está garantizado, ya que es un paso imprescindible para alcanzar el éxito.
Así que te animo a que des esos primeros pasos mediocres, malos incluso, que te impiden avanzar.
Creo que este miedo a comenzar proyectos por esta cuestión puede que sea uno de los grandes impedimentos a la hora de emprender. De hecho, estoy dándole vueltas para encontrar una solución y alguna idea ronda por mi cabeza.