Muchas veces, cuando tenemos una idea de negocio que creemos muy novedosa, lo primero que hacemos es comprobar si existe algo similar en el mercado. Lo que ocurrirá en la mayoría de casos es que efectivamente, ya existe algo parecido o incluso igual. ¿Es suficiente motivo para tirar la toalla? Reflexionemos sobre el tema.
El muro de la idea única
Recuerdo que hace unos tres años participé en un taller de marketing que duraba un par de meses. Allí conocí a Aitor, un chico que trabajaba en un McDonalds y que estaba deseando emprender. Debido a su experiencia en el mundo de la hostelería, había topado con un problema que pretendía resolver con una aplicación. No recuerdo muy bien en qué consistía exactamente, pero venía a ser una aplicación con la que podías interactuar con los camareros para facilitar la comunicación, hacer pedidos e incluso pagar, lo que ahorraría muchos quebraderos de cabeza a los restaurantes y bares. El caso es que no sé cómo, al poco tiempo de compartir su idea conmigo, encontré en internet una nueva aplicación con las mismas características y funcionalidades que ya estaba en pleno funcionamiento.
El caso es que al día siguiente le enseñé la aplicación. La investigó un poco, y al ver lo que ofrecía, se vino un poco abajo. Cabe destacar que él ya tenía en mente comenzar en una incubadora a desarrollar su modelo de negocio, y esta noticia fue todo un “palo”.
Con esta historia quiero que veas que es absolutamente normal que nuestras ideas, por muy únicas que parezcan, seguramente alguien más ya las ha obtenido e incluso puesto en práctica.
¿Significa esto que debemos desecharlas? Nada más lejos de la realidad.
Los mercados y sus múltiples actores
Precisamente el otro día leía en un foro un caso que vendría como anillo al dedo. Un chico explicaba cómo había creado una aplicación que era de todo menos revolucionaria. Se trataba de una especie de cuenta atrás programable para algún tipo de evento concreto. También hablaba de otra aplicación que había publicado anteriormente y, de nuevo, no era nada demasiado único. En ambos casos ya existían aplicaciones que tenían funcionalidades similares e incluso puede que fueran mejores. El caso es que entra la publicidad y algunas funciones premium para aquellos que diesen el paso de comprar la versión pro, se estaba sacando un pequeño sueldo, puesto que sus apps tenían millones de descargas.
Este caso es extrapolable a cualquier sector del mercado. Date una vuelta por tu barrio y dime. ¿Cuántas panaderías puedes contar? ¿Y peluquerías? Por supuesto, tampoco me gustaría que pensases que “todo vale” en el mundo de los negocios y da igual 8 que 80. Para acabar de convencerte, comparto contigo 5 reflexiones sobre porqué no debes asustarte ante la situación de que tu idea ya exista en el mercado:
Donde hay competencia, hay alegría: Así como donde hay humo suele haber fuego, lo mismo ocurre con la competencia, solo que esta vez ese fuego lo cambiamos por un mercado deseoso de comprar ciertos productos o servicios. De hecho, hay que tener mucho cuidado si damos con una idea en la que de verdad no existe ningún tipo de competencia. Es posible que hayamos topado con una idea que no tiene cabida en el mercado. Puede que estés interesado en montar un ecommerce que venda pelo de gato. Seguramente seas el único ecommerce del mundo que venda un producto así (aunque quien sabe…) pero eso no significa que tu idea sea buena. Con la competencia, partimos de la premisa de que existe un mercado detrás que valida la idea.
Mucho pastel para una única boca: En la mayoría de mercados, incluso en los nichos, el publico objetivo es lo suficientemente amplio como para permitir la existencia de más de un competidor. Piensa en cualquier nicho e investiga las empresas que se reparten el pastel. Por ejemplo, se me ocurre un nicho bastante concreto: las batas de maestra. Ni te imaginas la cantidad de negocios que me he encontrado que incluso están especializados en este producto.
No tienes por qué ser el mejor: Aquí es donde la mentalidad del emprendedor tiene que entrar en juego para no perder la batalla contra el síndrome del impostor. De nuevo, vuelvo a hacer referencia al estoicismo para que pienses qué es lo que puedes y lo que no puedes controlar. Luchar por algo que no depende de ti es una batalla perdida, puesto que no está en tu mano ser el que mejor tecnología utiliza, ser el que más vende o el que tenga una web más rápida. Bajo tu control está ser la mejor versión de ti mismo y darlo todo por tu negocio. Ser el mejor no está en tu mano, pero tampoco es algo necesario para triunfar en los negocios. Cuando compras en la carnicería de tu barrio, ¿acaso vende la mejor carne de tu país? O cuando vas al dentista a hacerte un empaste, ¿de verdad es el mejor dentista del mundo? Pues seguramente no, pero aún así les compras sus productos y servicios, y tus razones tendrás para ello. Aquí se trata de dar razones de peso para solucionar problemas a tus usuarios, sin tener que ser la gran estrella que quizá en tu mente crees que necesitas ser.
Mejor único que una copia “barata”: Un fallo que solemos cometer al detectar competencia es el fijarnos demasiado en ella. Creemos que son mejores que nosotros, y aunque así fuera, no debemos caer en la tentación de que sean ellos quien marquen nuestro rumbo. Está bien saber de su existencia y conocer lo que hacen, pero solo a modo informativo. Si copias a alguien siempre serás visto como “la copia de…”, ¿quieres eso en tu negocio?
Céntrate en tu ventaja competitiva: Aunque hayamos dicho que hay pastel y que no hay que copiar a nadie para hacerte con un trozo, siempre debes plantearte que vas a aportar a este festín. Si llegas para ser uno más, ¿cómo pretendes que te elijan?