El otro día estaba escuchando un podcast donde entrevistaban a un chico que tenía mi edad, es decir, 32 años. Yo estaba flipando bastante porque esta persona había hecho prácticamente de todo, tanto en el mundo de los negocios como en la vida. Y no tenía estudios reglados, aunque ya sabes lo que opino yo de estos… pero estoy seguro de que podría dar más de una lección a muchos titulados universitarios. Por cierto, si quieres saber donde escuchar esta entrevista, apúntate a mi newsletter, porque este domingo, como todas las semanas, te enviaré tu ración semanal de recursos y reflexiones emprendedoras, incluida la recomendación de esta entrevista.
La cuestión es que me hizo reflexionar sobre la actitud que tenemos ante el emprendimiento. No quiero dividirlo todo entre blanco o negro, pero bueno, se podría decir que, tanto en la vida como en el mundo de los negocios, tenemos dos actitudes muy marcadas. Por un lado están los thinkers, es decir, lo pensadores. Aquellos que le dan mil vueltas a todo antes de tomar una decisión que en la mayoría de ocasiones ni siquiera llega. En el otro extremo estarían los “doer”, el tipo de persona que se lanza con todo sin pensárselo demasiado.
Yo no soy muy amigo de los extremos, así que creo que un poco de mezcla está bien para compartir lo mejor de los dos mundos. Por supuesto que hace falta algo de “thinker”, ya que hay que planear al menos tus objetivos y establecer sistemas que te permitan lograrlos, pero yo me inclino más por darle mayor protagonismo al “doer” dentro del mundo del emprendimiento.
Al final, si lo piensas, los grandes emprendedores son bastante “doers”: Steve Jobs, Jeff Bezos, Bill Gates… ninguno dudaba pasar a la acción.
Y ahora te toca a ti plantearte la gran pregunta: ¿Soy thinker o doer?
En mi caso reconozco que siempre he sido más thinker en cualquier ámbito de mi vida, pero estoy convencido de que es algo que se puede cambiar. Hay posibilidad de elección, así que no te preocupes si te sientes situado en un extremo. Si quieres cambiar un poco esta forma de ser lo más fácil es que inicies algún tipo de proyecto (no tiene porqué ser un negocio como tal, puede ser otra cosa) con un perfil contrario al tuyo.
De todas formas, para mi el equilibrio ideal sería 70% doer y 30% thinker. Prefiero pasarme por exceso de acción que de pensamiento. Alguien que toma muchas decisiones, unas veces ganará y muchas otras… aprenderá. En cambio, si eres de los que se pasa la vida esperando al momento perfecto… sigue esperando.
Otro tema que me gustaría comentarte es el de los bloqueos debidos al exceso de actividad. Seguramente alguna vez te has visto en la situación de tener demasiados compromisos a los que atender, más de lo que puedes abarcar incluso, y verte bloqueado por no saber ni por dónde empezar. Yo estoy ahora mismo en esa situación. Me estoy mareando solo de pensar lo que tengo que hacer este fin de semana y aún así no creo ni que me de tiempo a terminar.
Cuando uno se encuentra en este tipo de situaciones puede ocurrir que directamente te quedes bloqueado y no avances en nada.
Para combatirlas, hay que acudir a dos poderosas herramientas: El qué y el cuándo.
Respecto a la primera, se trata de definir de forma muy específica lo que vamos a hacer, a poder ser fragmentado en bloques accionables. Si nos encontramos ante una tarea compleja que no se va a solventar en poco tiempo, atajarla sin un plan será lo peor que podamos hacer. Si quieres correr una maratón cuando hace años que no haces ejercicio físico es una tarea absurda. Vas a salir y probablemente acabes mal. Necesitas un plan de entrenamiento para cumplir tu objetivo. Quizá comiences caminando una hora, para dentro de un tiempo correr un par de kilómetros e ir poco a poco mejorando hasta poder atajar tu meta.
Si quieres comenzar un negocio, pasará lo mismo. Tendrás que planificar distintos bloques para cosas como plantear la web, crear contenido, buscar proveedores… todos los que necesites. Al final se trata de empezar con algo tan pequeño que te sea imposible decir que no. Con bloques fáciles es más fácil comenzar a instaurar nuevas rutinas a modo de hábito.
La segunda herramienta, el “cuándo”, es fundamental. Hoy en día aún caigo en la trampa de apuntar algo que debo hacer sin ponerle fecha y hora. Y pasa lo que pasa, que nunca se hace. Una lista de cosas para hacer que no tiene una fecha fijada está condenada al fracaso. Todo bloque debe tener asignado su momento.
Con todo esto estoy buscando la herramienta ideal que me permita gestionar proyectos diferentes y que tenga una buena aplicación de calendario. Al final me sale la vena thinker y no acabo de decidirme: Que si Coda, Trello, Asana, Evernote… tengo cuentas en todas y ando “a salto de mata sin decidirme por ninguna”. ¿Cuál utilizas tu? ¿Alguna recomendación? Podría incluso directamente probar con una durante un tiempo y mantenerte informado de si es o no la herramienta ideal, ¿qué te parece?
En otro orden de cosas, me gustaría mandar un saludo a PumPumPim, el único valiente que se ha atrevido a dejar una reseña del podcast en iTunes. Mira que es engorroso hacerlo, la verdad… Apple no facilita mucho las cosas, pero ahí está. Me ha hecho mucha ilusión, así que gracias. Y gracias igualmente al resto que dejáis corazones, comentarios o simplemente lo escucháis, que también las merecéis.
Hablando de podcast, sois cada vez más los que llegáis desde Spotify. Le está comiendo la tostada a iTunes y van camino de convertirse en los reyes del mundillo. Si tenéis un podcast tenéis que subirlo si o si a Spotify, os dará mucha visibilidad.
Y ya que saco el tema de la visibilidad, sigo sin ver demasiados resultados con el tema de pagar la suscripción de iVoox. Como siga así la cosa me ahorraré esos 10 € mensuales y los invertiré en otra cosa.
Precisamente para aumentar mi visibilidad ya estoy planteando un nuevo movimiento en Instagram, pero aún no puedo porque tengo que poner ciertas cosas al día… pero de eso ya te hablaré en la newsletter de este domingo (otra razón más para estar apuntado).