El otro día leía un artículo de Sheshank Sridharan, que además de tener un nombre impronunciable, hacía una serie de reflexiones acerca de algunos actos que muchos emprendedores hacen (o hacemos) cuando se nos enciende la bombilla con una nueva idea de negocio.
El emprendimiento está de moda y eso es peligroso. No pretendo ser tampoco negativo, pero con peligroso me refiero a que puede ser especialmente dañino para los propios emprendedores que, impulsados por esta moda, se lanzan al mundo de los negocios con la idea de formar parte del movimiento, más que en satisfacer las necesidades del mercado.
Veamos algunas señales de advertencia que nos ayudarán a no quemar nuestro dinero antes de tiempo:
- ¡Tengo una idea que es la bomba! Construyamos una super App, una mega web y todo lo que se nos ocurra: Es algo que a todos nos ha pasado. Cuando descubrimos una idea que nos parece maravillosa lo primero que queremos hacer es ponernos a la obra a construir para hacerla real. Necesitamos esa web tan “pro”, un App, por supuesto, y no nos olvidemos del producto, ¡que maravilla! Caemos en este error porque nos gusta hacer cosas y ver como se materializan. Hacer una web, una App, un prototipo… es algo que técnicamente está en nuestras manos (o en las de un tercero que contratemos) pero lo difícil y lo que deberíamos hacer es investigar, descubrir si hay demanda para nuestra idea, ver cuanta competencia existe en el mercado. No te lances a la ligera sin saber si habrá alguien al otro lado del muro, ya que sino el golpe puede hacer bastante daño a tu cartera.
- Quiero añadir todo tipo de funcionalidades a mi producto o servicio, aunque aún no tenga ni un solo cliente: Le damos demasiadas vueltas a nuestros productos y servicios antes siquiera de testearlos en el mercado. Fantaseamos con añadirles nuevas funciones, servicios, colores y sabores, y al final, tanto darle vueltas al asunto nos lleva a quedarnos estancados. No podemos quedarnos paralizados en la mejora de un producto que ni siquiera a probado el cliente. Antes o después tendrás que lanzarlo, así que si tu producto o servicio resuelve un problema, ponlo en manos del cliente, y ya veremos que ocurre después.
- ¿Necesito que sea escalable desde el primer día? Ya te he hablado muchas veces sobre la obsesión que hay con la escalabilidad. Asume que tu idea de negocio no va a necesitar esa escabilidad ni el primer día ni el día 100, hay que ser realistas. En este caso, voy a citar el ejemplo que nos deja Sheshank, que viene a decir: “Pensar en la escalabilidad, al principio, es como preocuparse sobre qué estadio reservar para tu concierto en tu primer día en la clase de música”.
- No te flipes porque cuatro personas digan que tu producto mola: Nos gusta que nos doren la píldora, y si algún amigo o familiar nos dice que nuestro producto va a arrasar y que les encanta la idea… cuidado, porque igual hasta nos lo creemos. No digo que no lo piensen pero, ¿son acaso tu publico objetivo? Además, son gente que te conoce, ¿qué van a decir? Al final podríamos construir incluso una escala de valoración de valoraciones (menudo trabalenguas que estoy formando). Si nuestro publico objetivo dice que le gusta nuestro producto, vas por buen camino. Si dan el paso y pagan por el, sigue caminando que ya ves la mete. Si incluso vuelven a repetir y nos recomiendan, enhorabuena, has triunfado.
- No necesitas alguien que venda por ti (en los inicios): Aunque esto de vender a muchos nos duele o no nos gusta, es una situación por la que debemos pasar, sobre todo en los inicios de nuestra startup. Hay que estar ahí en esos primero momentos para tener feedback del cliente y poder mejorar nuestro producto, esa es la clave. Si contratas a un vendedor, a él le dará igual si el cliente dice esto o aquello. Lo que quiere es vender, y punto. Cuando el producto esté lo suficientemente pulido y hayamos recogido el valioso feedback, entonces será un buen momento para contratar vendedores que impulsen nuestro proyecto.
- Mi producto es la bomba, me voy a comer a toda la competencia: Si tu competencia lleva varios en el mercado, algo estará haciendo bien, ¿verdad? Pensar que tenemos un producto o servicio que va a dejar a nuestra competencia en pañales… no lo veo. Tú, como recién llegado al mercado, puedes optar por dos caminos principales para ganar clientes: Encontrando usuarios que no estén utilizando el producto o servicio de la competencia o bien convenciendo a usuarios de la competencia para que usen el tuyo. Esta última opción es complicada, ya que los usuarios, cuando nos acostumbramos a un producto o servicio… tenemos cierta resistencia al cambio. Con todo eso lo que te quiero decir es que, aunque tu producto sea muy bueno, hay más contrincantes en el campo de batalla, con más años de experiencia y un ejercito mayor, así que cuidado.
- Si el cliente lo pide… yo lo construyo: Supongamos que ya hemos superado la prueba de obtener nuestros primeros clientes, pero estos no paran de pedirnos que implementemos nuevas funciones y características. ¿Hasta que punto es bueno hacerles caso en todo lo que digan? Si hacemos todo cambio que nos pidan, significará que vamos un poco como “pollos sin cabeza”, y eso no es bueno. Por supuesto que debemos escuchar lo que nos piden, pero debemos pasar a la acción siguiendo cierta lógica. ¿Qué pasará entonces cuando un cliente te pida X cosa y otro te pida algo que sea totalmente contrario a lo solicitado por el primer cliente? Apunta todo lo que digan, ya que el feedback es oro puro, pero encuentra patrones y sigue un camino lógico en vez de intentar contentar a todo el mundo.