¿Qué hacer si no eres un experto?

¿Cómo puedo ofrecer mis productos o servicios si no soy un experto? Esta es la eterna pregunta que muchos emprendedores se hacen cuando comienzan su andadura en el mundo del emprendimiento. Veamos qué significa verdaderamente ser experto y como lidiar con esta situación.

Estamos rodeados de supuestos expertos que venden todo tipo de productos o servicios pero, ¿te has planteado alguna vez qué significa exactamente ser experto? ¿Cómo alguien puede considerarse como experto? ¿Cómo sé si yo soy un experto? Lo primero que se nos suele venir a la cabeza para considerar a alguien como experto son los típicos tópicos de haber escrito un libro, tener x años de experiencia haciendo algo o similares, y esta situación puede provocar que muchos emprendedores se sientan inseguros al comenzar sus proyectos, ya que pueden no considerarse a sí mismos como lo suficientemente expertos como para lanzarse.

Este tipo de pensamientos puede hacer que nunca te lances, así que es hora de cambiar el chip respecto a lo que ofreces, redefiniendo el concepto de experto.

La gente no busca un experto, busca resolver problemas

Como siempre, toca ponernos en la piel del cliente. ¿Por qué existen los negocios? Porque satisfacen las necesidades de las personas. Tu también eres un cliente de un gran número de negocios. ¿Acaso buscas en cada transacción que realices al mayor experto del mundo? Cuando vas a comprar el pan, seguramente no compres el mejor pan del mundo, pero satisface tus necesidades en las comidas. Si tienes una caries y necesitas un empaste, ¿te aseguras de ir al dentista número uno en el mundo? No, simplemente buscas un buen profesional que te arregle el problema.

No necesitas ser un experto para ofrecer tus servicios, lo que necesitas es ser capaz de resolver un problema específico.

No considero que sea tan importante el obsesionarse con intentar posicionarse como experto en una materia, lo que importa de verdad es mostrar a la gente lo que eres capaz de hacer según lo que sea que ofrezcas.

La credibilidad se gana enseñando lo que puedes hacer, sin necesidad de tener detrás títulos o publicaciones que lo respalden. Los títulos no resuelven los problemas de la gente, sino lo que realmente hagas por resolverlos. Al final lo que importan son los hechos.

Hace varios días hice una entrevista a una persona y buscaba que supiera de Analytics, la herramienta de Google. En su curriculum ponía que estaba titulada en Analytics, pero cuando la entrevisté, me comentó que se había sacado la certificación hace 3 años, pero que no había tocado la herramienta como tal.

La época de tener títulos o certificados que respondan por nosotros ha muerto. Hoy en día lo que valen son lo hechos, pero no te asustes, ya que cualquiera puede comenzar a labrarse su camino por si mismo. De hecho, es más fácil que nunca y creo que internet hace posible que cualquier persona con un interés real en cualquier área pueda empezar su camino hacia ser un experto con un coste mínimo.

Ser visto como un experto puede ahuyentar

Si volvemos al término clásico de experto, refiriéndonos a él como un megapro que ha escrito 7 libros y dado conferencias en quien sabe cuantas ciudades, el simple hecho de ser considerado de tal forma pueda hacer que mucha gente te “tenga miedo”. Si estás es un estandarte demasiado elevado la gente te verá muy lejos de sus aspiraciones y problemas, y puede que ni se plantee contactar contigo por este simple hecho.

No hace falta ser un “grande” dentro del área en el que te especialices. Resuelve problemas, aunque no sea de tanta importancia. Ser pequeño te mantendrá en una posición más cercana a la gente, te verán como alguien más accesible y se sentirán más cómodos a la hora de contratar tus servicios. Ser un pequeño experto no pinta nada mal, ¿verdad?

Redefiniendo el término experto

Con todo lo que hemos visto, la conclusión que podemos obtener es que ser experto, lo que realmente significa ser experto, es simplemente el tener la capacidad de satisfacer las necesidades de la gente y ayudarles de la forma tal cual lo prometes, sin más. No sé trata de ofrecer grandes cifras ni resultados, se trata simplemente de satisfacer las necesidades que prometes satisfacer.

Con este planteamiento sobre la mesa, cualquiera puede ser un experto en tanto en cuanto cumpla con lo que prometa.

Si quieres empezar a ser experto, comienza tu proyecto ayudando a resolver a un tipo de usuario un problema en particular. 

Comienza ayudando a una persona a resolver un problema particular, luego a otra, y otra… hasta que poco a poco consigas esa credibilidad mediante la cual la gente acudirá a ti a resolver ese problema en concreto, porque sabes resolverlo… eres un experto.

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