Los factores de éxito o fracaso de una empresa son muchos y resultaría imposible determinar cuál es la fórmula que lo explica, pero sí que conocemos algunos de los ingredientes clave para que un negocio funcione (o no). Uno de estos ingredientes es la personalidad de la persona que está detrás y cómo influye esta en todos los ámbitos del negocio. Veamos algunos rasgos de personalidad negativos capaces de arruinar cualquier proyecto.
El otro día leía un artículo sobre ciertos rasgos de la personalidad y cómo afectan al desempeño de los negocios. Para mi tiene todo el sentido del mundo, ya que detrás de cada negocio hay una persona, y por supuesto, los productos o servicios que ofrecemos en último término también serán utilizados por personas, con lo que debemos prestar especial atención en ciertos rasgos de nuestra personalidad que pueden afectar de forma definitiva al éxito o fracaso de nuestro proyecto.
Aunque tengamos la mejor idea del mundo desarrollada de forma excelente, si no la acompañamos del comportamiento adecuado y actuamos bajo ciertos criterios es más que probable que nos vayamos a pique. Repasemos 6 de estos rasgos de la personalidad que debemos desterrar de nuestras vidas para no arruinar nuestros proyectos:
Mente cerrada y poca flexibilidad: Vivimos en la época dónde los cambios suceden a mayor velocidad que nunca y tienen un calado nunca antes conocido. Si eres demasiado rígido en tu forma de pensar y actuar, más que limitando tus opciones estarás cavando tu propia tumba.
Es cierto que debemos hacer planes en nuestros proyectos que guíen nuestros caminos, con su metas, objetivos, puntos clave… pero eso no quiere decir que tengan que cumplirse si o si y no se deba variar el rumbo si la situación lo requiere.
Las situaciones cambian constantemente y esto requiere personas que se adapten de forma rápida a lo que demanda el mercado. De hecho, uno de tus puntos fuertes como emprendedor debería ser precisamente la capacidad de adaptación ante los cambios. No eres una gran empresa donde hasta para pedir un café se necesiten 7 impresos, 4 reuniones y una ofrenda a quien sabe que. Tu eres emprendedor, te mueves al ritmo que desees, así que intenta seguir el ritmo del mercado y estate preparado para cambiar en cualquier momento. Recuerda que tu misión es aportar valor solucionando problemas, así que no te limites a ti mismo y expande tus horizontes tanto como sea necesario.
En cuanto al tema de la mente cerrada, le ocurre a mucha gente que cree tener las respuestas correctas a cualquier cosa y directamente ni se interesan en lo que otros tengan que aportar.
Por muy seguro que estés en lo que sea que hagas, estate abierto a escuchar cualquier tipo de propuesta. Ver los problemas desde otro punto de vista te proporcionará un valioso conocimiento, aunque ni siquiera estés de acuerdo con la propuesta. Se consciente que se acabaron los tiempos de “yo me lo guiso, yo me lo como”. Si quieres obtener soluciones que aporten valor en estos tiempos tan cambiantes, más te vale estar atento a lo que tenga que decir el resto de personas, ¡abre tu mente!
¿Cumplo lo que prometo?: Pocas cosas hay que hagan más daño a un negocio que una persona que promete algo y luego no cumple. Si te comprometes con un cliente a hacer algo, asegurate de que realmente puedes cumplir con tu palabra, ya que de no ser así vas a perder toda tu credibilidad. Si, en ocasiones he escuchado la famosa frase que dice algo así como “Di que sí, aunque no sepas como hacerlo”, refiriéndose a aceptar trabajos en los cuales no sabríamos ni por dónde empezar.
No seré yo quien te diga que no lo hagas, pero si lo haces, debes asegurarte de que vas a cumplir con tu parte del trato, así que ten un “plan B” para salir del posible atolladero en caso de que al final no te veas capaz de solucionar el problema. La cuestión es que debes ofrecer la solución a los problemas que te has comprometido a resolver, ya sea mediante tu trabajo o pagando a un tercero que te “solucione la papeleta”. De todas formas la experiencia te ayudará a aprender sobre que puedes y que no puedes prometer a tus clientes, así que alguna vez te toca “agachar la cabeza” y pedir perdón por no haber cumplido con tu parte del trato (que creeme, antes o después te pasará) deja el orgullo a un lado, reconoce tu parte de culpa y, sobre todo, aprende sobre lo ocurrido.
Impaciencia: La paciencia es una de las virtudes olvidadas en esta época donde todo cambia de forma tan rápida. A pesar de que antes te he comentado sobre que hay que saber adaptarse a las nuevas situaciones, igual de importante o más es saber reconocer los tiempos de cada elemento en los negocios.
A veces queremos ir por delante de nuestra mente y claro, al final nos montamos un “lío mental” que no hay quien lo resuelva. Si, hay que ser rápidos en ciertas ocasiones, pero rápido no quiere decir que no tengas la capacidad de pararte un momento, observar el panorama y decidir con la cabeza fría. Vivimos en una época donde lo queremos todo ya y si no obtenemos resultados inmediatos nos frustramos y cambiamos de ruta pensando que nos estábamos equivocando, y no siempre tiene porqué ser así. Al final si lo piensas bien todo es una cuestión de equilibrios. Los cambios son necesarios, pero la paciencia para ver sus resultados aún lo es más.
Control absoluto: Se suele pensar que las personas que más éxito tienen en los negocios son aquellas que tienen todos tus planes establecidos y que siguen un plan meticuloso donde prácticamente saben cómo van a actuar de aquí a años vista. Esto es totalmente falso y va en sintonía con el tema que hemos hablado de la flexibilidad. No podemos ser unos controladores porque hay cada vez más factores que no dependen de nosotros y que cambian constantemente, así que no seas un fanático del control y muéstrate abierto a que tus planes cambien. Intentar controlar todo es una batalla perdida desde el minuto 1 y solo te arrastrará al estancamiento y la parálisis ante cualquier cambio no previsto. En lugar de intentar controlar todo, ábrete a lo imprevisible y pruebate a ti mismo. Una de las mayores virtudes que puedes tener como emprendedor es la capacidad de adaptación ante los cambios, y esto es algo incompatible con una mente demasiado controladora.
Todo son quejas: A nadie le gustan los quejicas. Si te estás quejando constantemente acabarás con la energía de los que te rodean y no conseguirás cumplir ninguno de tus objetivos, ya que la primera piedra en el camino con la que te topes te servirá de excusa para echar la culpa al destino, a la mala suerte suerte o a saber qué de todos los males que te suceden.
En lugar de malgastar tu energía refunfuñando, párate a pensar antes de soltar alguna de estas excusas. Si observas que todos los días estás soltando este tipo de quejas, tenemos un problema. Deja de culpar al universo de todo lo que te pasa, eso no solucionará el problema. Simplemente trabaja en solucionarlos, y no en el autocompadecimiento. Sobre el tema de las quejas se podría hablar largo y tendido. Si quieres que escriba un post sobre ello, házmelo saber.
Ausencia de empatía: La empatía es vital en todos los aspectos de nuestra vida, y en el mundo de los negocios no iba a ser menos. De nuevo, puedes aprovechar las ventajas de ser pequeño en cuanto a negocio se refiere para mostrar tu empatía a tus clientes.
Tampoco caigas en el típico error en el cual se confunden la empatía y la simpatía, ya que se tratan de dos elementos muy diferenciados. La empatía viene a ser la capacidad de entender las emociones y sentimientos de otras personas, y en el caso confundirlo con el concepto de la simpatía puede llevar a generar varios tipos de sentimientos por otras personas, como la pena.
Ahora que ya conoces algunos de los peores aspectos en cuanto a la personalidad en el mundo del emprendimiento, no te preocupes si te has visto reconocido en alguna de estas situaciones. Lo importante es que puedes trabajar en cambiarlos desde este momento ya que de eso se trata, de ser mejores emprendedores comenzando por ser mejores personas.