A todo emprendedor le ha pasado. Es muy común estar en la situación de tener todo listo para lanzarse al mercado, y no terminar de dar el paso. El miedo a emprender es algo totalmente normal y es posible que hayas pasado por él. Veamos cuales son sus mayores causas y cómo solucionarlas.
Las bondades del miedo
El miedo es una de las seis emociones primarias que se encuentra en toda cultura, según los psicólogos, y es tan desagradable como importante, ya que sin él no existiríamos como especie.
En teoría, el miedo nos aleja de conflictos para los que no estamos preparados, pero esto es un arma de doble filo. Hay que tener en cuenta que ya no vivimos en la época de las cavernas y que este miedo que tan útil fue en su día puede no serlo tanto en nuestros días.
En la mayoría de ocasiones, el miedo a emprender no está justificado como tal. Los miedos han cambiado y lo que antes suponía el todo o la nada, si lo aplicamos en el mundo de los negocios, estoy convencido de que no son tan trascendentales.
Debemos dejar de lado las típicas soluciones del miedo que provocan rechazo y huida, y aplicar este miedo a emprender como una herramienta de guía y superación.
Sí, efectivamente, creo que el miedo puede ser, de hecho, un aliado en el emprendimiento:
- El miedo indica donde hay un punto de dolor, algo que no nos gusta, y si lo afrontamos se nos abren nuevas oportunidades.
- El miedo es evolución, ya que no podemos permitirnos quedarnos estancados paralizados por todo aquello que tememos. Afrontar los miedos es evolucionar.
- El miedo es aprendizaje, ya que tras él, aunque lo que nos suceda no sea algo agradable, sin duda nos servirá para adquirir nuevos conocimientos, tanto sobre lo que nos da miedo como sobre nosotros mismos.
Ahora que ya te he soltado el rollo sobre lo que se esconde detrás del miedo, hablemos específicamente del miedo a emprender.
Si me pongo a apuntar en una lista los miedos de los emprendedores que hacen que no se lancen a la hora de la verdad, te aseguro que me saldrían varias decenas casi sin esfuerzo.
En realidad, muchas son excusas más que miedos, solo que disfrazadas, aunque la frontera entre miedo y excusa no está del todo clara.
Te voy a hablar de cinco causas del miedo a emprender y algunos consejos para superarlas
Miedo a emprender: causas principales
En búsqueda de la perfección: Comenzamos la lista de los miedos a emprender con algo muy común, y no es más que el buscar que todo sea perfecto antes de lanzar nada. Necesitamos que el momento sea el momento ideal, un producto o servicio que no dé lugar a errores, una web mejor que la de Apple, por pedir que no quede.
Si te obcecas con la búsqueda de la perfección nunca lanzarás nada, NUNCA. Porque el momento perfecto, el producto perfecto o la web perfecta no existen ni existirán.
Si sigues por ese camino siempre encontrarás una excusa para no seguir adelante: Que si es mala época, que hay que mejorar el servicio, que la web no es todo lo bonita que podría ser… las excusas pueden ser infinitas.
Recuerdo cuando me puse a escribir los primeros artículos para mi web. Nunca estaba satisfecho y claro, pasaban los días y las semanas, y no avanzaba. La única forma de avanzar es lanzándose con lo que tengas. No digo que te lances sin tener un mínimo de calidad en lo que hagas, obviamente. Pero obsesionarte con la perfección puede ser tu mayor obstáculo si no cortas por lo sano.
Para ello, lo mejor es que te fijes límites de tiempo para tus metas y cuando llegue la fecha, lances estés como estés.
Temor a fracasar: Quizá el clásico por excelencia en cuanto al miedo a emprender. El miedo al fracaso se mide desde diferentes ángulos. Por un lado está el fracaso personal que nos puede suponer el hecho de que un proyecto no salga bien y por otro está el fracaso a ojos de los demás por este mismo hecho.
Creo que ambos planteamientos son un error. En primer lugar, si lanzas un proyecto que no funciona no debes sentirte mal, todo lo contrario: Has lanzado un proyecto que no ha funcionado, ahora estás un paso más cerca de encontrar uno que si funcione. Dar en el blanco al primer intento, al segundo o incluso al décimo sería toda una proeza en cualquier disciplina para un novato. En el mundo de los negocios no es diferente así que ya sabes lo que toca; aparta tu miedo a emprender y sigue entrenando con esos “fracasos”, ya que son la única forma de mejorar (aunque asegúrate de fracasar rápido y barato).
En cuanto al fracaso a ojos de los demás, antes de nada, te diría que te olvides un poco del “que dirán”. Si alguien te critica o viene con el clásico “ya te lo dije” cuando un proyecto que has creado no sale adelante, perfecto, ya sabes de quien alejarte.
Además, los fracasos empresariales cada vez se interpretan de un mejor modo a ojo de otros profesionales. En Estados Unidos se valora mucho ese “arrojo” de lanzarse con un proyecto y que no funcione. Es más, para entrar a trabajar en algunos sitios o colaborar en ciertos proyectos hasta exigen haber pasado por el trance del fracaso.
Síndrome del impostor: Este síndrome se da en algunas personas que creen que no merecen los logros que han conseguido. También sería aplicable a aquellas personas que, aún teniendo conocimientos, habilidades y experiencia en cierto área, creen que no es suficiente como para considerarse que saben de lo que hablan.
Este miedo a emprender iría ligado a la dualidad que tiene lugar en muchos casos, y es que muchos emprendedores se consideran malos profesionales por el simple hecho de no ser los mejores en su campo. Es cierto que siempre debemos querer mejorar, pero de ahí a obsesionarse con alcanzar la maestría suprema, va un trecho. Cuando vas al dentista, al peluquero o al mecánico, ¿crees que estás acudiendo a los mejores profesionales del mundo mundial? Pues seguramente no, y lo sabes, pero no te importa. Vas porque confías en su buen servicio, aunque no sean los mejores del mundo. Aplícate el cuento y no te obsesiones, solo esfuérzate en mejorar día a día.
El mercado es una jungla: Otro miedo a emprender que nos asalta antes de lanzarnos es mirar al mercado que nos aguarda, ver toda la competencia, las cifras y lo profesionales que parecen los demás y pensar: “¿Qué pinto yo aquí?”.
Es como quien va al gimnasio por primera vez y se mete en la zona de pesas. Al verse rodeado de gente con años de entrenamiento y kilos de puro músculo, muchos optan por no volver.
Piensa que como en el gimnasio, todos los competidores que ves han pasado esa etapa inicial de falta de forma, y a base de entrenamiento es como han llegado a donde están.
No te obsesiones con el resto de empresas y preocúpate de ti y de ir evolucionando día a día. No puedes pretender estar a un nivel alto nada más empezar. Toca ir avanzando día a día, centrándote en mejorar tus fortalezas e ir disminuyendo tus debilidades.
Falta de apoyo: Una variable más en el miedo a emprender se encuentra en la posible falta de apoyo de tu entorno a la hora de lanzarte al mercado. Si no provienes de una familia emprendedora o te rodeas de personas que no están en este “mundillo”, es posible que te adviertan de los peligros que se esconden tras los negocios, aunque no hayan montado uno en su vida.
No creo que lo hagan “a malas”, ya que seguramente intentan protegerte, pero desde luego empezar proyectos de esta forma no es nada agradable.
Para tratar de darle una solución, puedes crear un nuevo entorno que se asemeje más a tu mentalidad emprendedora. Desde un mastermind con más emprendedores, crear una Meetup o simplemente preguntar a personas que han llegado a donde tu quieres llegar para que te orienten, las posibilidades son muchas.
Dicen que somos el promedio de las cinco personas con las que más nos relacionamos en nuestro día a día, así que si quieres introducir cambios en tu forma de ver el mundo y librarte del miedo a emprender ya lo sabes, ¡a rodearse de emprendedores!
Y hasta aquí este artículo sobre los miedos a emprender. No permitas que te venza y dale caña a tus ideas, antes o después darás en el clavo 🙂