Seguimos hablando de errores (prometo que es ya el último episodio de esta semana en la que sigo con el tema) y hoy me gustaría tratar un asunto muy interesante. ¿Hasta que punto es bueno cometer errores sabiendo previamente que los estamos cometiendo?
Como emprendedores, tenemos muchos ejemplos a nuestro alrededor, en libros, en caso de otros negocios… donde nos cuentan cuales son los errores que cometieron. Suelen servir como “aviso para navegantes”, pero la verdad, muchas veces no me quedo conforme.
¿Cuál es la diferencia entre conocer un error y vivirlo en primera persona?
Para mí, la experiencia de un error es algo “demasiado gratificante” como para perdérmela.
-Pero vamos a ver, ¿cómo un error va a ser gratificante? ¿Te has vuelto loco? – Desde mi punto de vista hay algo mucho peor que fracasar estrepitosamente, y es el hecho de no haber intentado hacer algo que realmente te apetecía, aunque no fuera la mejor idea en un principio.
Muchas veces, aunque escuchemos consejos de alguien que ha pasado por una situación que, a posteriori, le ha salido mal, no nos acabamos de quedar conformes con la respuesta. Incluso cuando el error es bastante obvio… yo por lo menos me quedo con ganas de probarlo.
La gran diferencia entre probar en tus carnes un error obvio y alejarte de él debido a la experiencia de un tercero es el aprendizaje real que obtienes. Si por ejemplo, todos los libros de emprendedores y los gurús empresariales te dicen que es mala idea vender frigoríficos en el polo norte, puedes fiarte de su palabra (seguramente tengan razón) o puedes experimentar por ti mismo la experiencia y ver qué pasa.
La gran cuestión es la repercusión de dicho error, me explico. Si finalmente te has decidido a lanzar tu negocio de venta de frigorificos en el polo norte, evidentemente hay muchos caminos para llevarlo a cabo. La opción inteligente sería aquella que te permitiera poner en práctica la experiencia que, a priori, va a fracasar (igual terminas haciéndote rico al descubrir que en el polo norte la demanda de frigorificos va al alza, al igual que las temperaturas) con el mínimo coste.
La gran metedura de pata sería apostar todos tus recursos a una idea suicida. Si quieres vender frigoríficos por dichas latitudes, monta un ecommerce, contactar con un proveedor que gestione envíos hasta allí y crea una campaña de Facebook segmentada, por poner algunos ejemplos. Lo que no deberías hacer es dejar tu trabajo, hipotecarte para comprar un local en el que vender tus frigorificos y probar a ver que pasa. Los experimentos, con gaseosa, como dicen por aquí.
Particularmente me gusta poner a prueba situaciones que según la mayoría de expertos, están destinadas al fracaso. Por ejemplo, con el hecho de crear varios proyectos al mismo tiempo, crear más contenido del que puedas abarcar, etc. Al final el vivir este tipo de experiencias en tus propias carnes creo que te hace aprender a un nivel superior.